Pasan la mayor parte de su tiempo luchando contra la
muerte. Pelean con bisturíes, cánulas, inyecciones y pastillas para
salvar la vida de los demás. Pero cuando les llega su turno, algunos
médicos eligen morir de otra manera.
Ésta es la opinión del médico estadounidense Ken
Murray quien en febrero de este año publicó un artículo afirmando que,
dejando a un lado los avances más recientes de la medicina, un gran
número de profesionales de la salud opta por una muerte tranquila, sin
intervenciones cruentas e innecesarias.
Aunque
este punto de vista está lejos de ser unánime, el artículo se volvió
viral en internet y su autor recibió cientos de correos de otros médicos
como él, que se mostraban de acuerdo.
"Yo creo que los médicos tienen suficiente
conocimiento de la medicina moderna como para saber sus límites. Casi
todos han sido testigos de lo que llamamos 'cuidados inútiles' aplicados
a los pacientes", le explicó Murray a BBC Mundo.
Él se refiere en particular a las situaciones en
las que para resucitar al paciente se le presiona el pecho a riesgo de
romperle las costillas, se lo perfora para conectarle un tubo a las vías
respiratorias y se lo pincha con agujas intravenosas por diversas
partes del cuerpo. Procedimientos que logran con suerte prolongar la
vida de los pacientes por apenas unas horas o, en la mayoría de los
casos, dice Murray, fracasan en su intento.
Culpa de la televisión
Pero si al momento de graduarse, los médicos se
comprometen solemnemente a velar por la salud de sus pacientes, ¿cómo es
posible que les administren una serie de cuidados que algunos
consideran totalmente inaceptables para sí mismos? ¿No resulta una
paradoja que los médicos terminen haciéndole a sus pacientes algo que
uno -en palabras de Murray- no le haría ni a su peor enemigo?
"El problema es que los médicos no eligen qué se le hace a un paciente, sino que son los mismos pacientes los que eligen"
Ken Murray, médico
"El problema es que los médicos no eligen qué se
le hace a un paciente, sino que son los mismos pacientes los que
eligen", le dijo el médico a BBC Mundo intentando explicar esta
contradicción aparente.
Y los pacientes, así como los familiares,
oscilan entre la fe excesiva en la medicina y la ignorancia de sus
alcances. Al final, todos descargan en el médico la responsabilidad "de
hacer todo lo que esté a su alcance para salvarle la vida al enfermo".
En parte, acepta, "se ha llegado a esta situación por culpa de los médicos".
"Cuando se trata de la comunicación, los
profesionales de la salud son terribles. Utilizan un lenguaje plagado de
tecnicismos que resulta incompresible y los pacientes acaban con falsas
expectativas de lo que va a ocurrir", señala el médico.
Además, dice, con la influencia de la televisión
y la sobreabundancia de series médicas que presentan situaciones
totalmente irreales, a los médicos se les hace muy difícil hacerles
entender a sus pacientes cuáles son las garantías de éxito de ciertos
procedimientos médicos.
"Es casi imposible que la gente entienda que la
resucitación cardiopulmonar (CPR, por sus siglas en inglés), por
ejemplo, no es un método fabuloso", dice Murray.
Según un estudio llevado a cabo en 2010 por
investigadores de la Universidad de Tokio que analizó los resultados de
la aplicación de estas maniobras -destinadas a asegurar la oxigenación
de los órganos vitales cuando se detiene súbitamente la circulación de
la sangre- de 95.000 casos, sólo el 8% dio resultados positivos.
"Mientras que en la televisión, el 75% de los
casos de CPR da buenos resultados y es muy difícil luchar contra la
televisión", añade.
Indicaciones por escrito
Aunque la teoría de Murray está basada
principalmente en sus observaciones llevadas a cabo durante más de 30
años de práctica profesional, un estudio publicado en 2003 por Joseph
Gallo y otros investigadores de la Universidad John Hopkins, en Estados
Unidos, indica que cuando hay que tomar decisiones respecto a la salud
en los momentos finales de la vida, el 64% de los profesionales de la
salud consultados, había dejado indicaciones por escrito de lo que
querían y no querían que se hiciera con ellos, en caso de quedar
incapacitados de tomar decisiones.
En cambio, sólo el 20% del público en general lo había hecho.
Según le explicó a BBC Mundo Dan Morhaim,
médico, político y autor del libro "The Better End" (Un final mejor), si
bien hay médicos que deciden luchar contra su enfermedad hasta "las
últimas consecuencias", hay muchos otros que dejan instrucciones por
escrito, "porque han visto lo que ocurre si no lo hacen: el enfermo es
sometido a un proceso doloroso y tortuoso".
"Yo a veces me he sentido culpable por hacerle
cosas a un paciente que preferiría no hacer, pero en la situación
actual, es imposible no hacerlo", explica Morhaim en referencia a la
obligación de los médicos de respetar los deseos de sus pacientes.
Por esta razón, está haciendo campaña para
cambiar este sistema y alentar a la población a completar un formulario
en el que dejen constancia de sus deseos para el momento final, algo que
puede sonar razonable dentro de la cultura anglosajona pero quizá un
tanto extraño para la idiosincrasia latina.
La muerte nos iguala a todos
En el otro lado del espectro, se encuentran
médicos como Juan O'Connor, un oncólogo argentino del Instituto
Alexander Fleming y la Fundación Favaloro, acostumbrado a tratar con
pacientes terminales dentro y fuera del marco de los profesionales de la
salud.
"Quizás es muy común escuchar en una conversación de médicos, que uno diga: 'Si yo llego a estar como ese pobre hombre no quiero que me hagan nada, déjenme morir'. Pero esta es la opinión de muchos médicos desde un aparente estado de salud"
Juan O'Connor, oncólogo
En su experiencia, la cercanía de la muerte es el punto que nos iguala a todos.
"Quizás es muy común escuchar en una
conversación de médicos, que uno diga: 'Si yo llego a estar como ese
pobre hombre no quiero que me hagan nada, déjenme morir'. Pero esta es
la opinión de muchos médicos desde un aparente estado de salud", le dijo
O'Connor a BBC Mundo.
"Pero cuando les toca a ellos, incluso sabiendo que el pronóstico de vida es malo, no se diferencian al resto de los pacientes".
Es más, en su opinión, algunos médicos tienen
incluso una negación más fuerte, y cuando el médico les revela su
enfermedad, señala O'Connor, muchos evitan hacer preguntas sobre cuánto
van a vivir y prefieren no ahondar en detalles.
Más allá de las diferencias de opinión,
ciertamente, cuando BBC Mundo les preguntó a estos especialistas cómo
morirían ellos, los tres coincidieron: quieren para sí una muerte en paz
y digna.
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