A una edad en que muchas personas están disfrutando
de su jubilación, un ecuatoriano de 68 años de edad pasa horas caminando
en una montaña en los Andes para cortar hielo que luego vende. Es el
último comerciante de un negocio agonizante.
Baltazar Ushca tarda cinco horas en llegar a la
mina de hielo del Monte Chimborazo, la montaña más alta de Ecuador, que
ha alimentado a él y a su familia por generaciones.
A 4.500 metros de altura, el camino es empinado y tanto el viento como el sol son fuertes.
A los 68 años, parece que está cansado mientras
recoge el hielo que convierte en bloques que puede transportar en mula
hasta Riobamba, la ciudad más cercana.
Ushca es el último hielero de Ecuador, un arte
transmitido de padres a hijos durante siglos. Desde que tenía 15 años,
ha hecho el viaje al menos una vez por semana, generalmente el jueves o
viernes.
Adaptarse o morir
Antes de la aparición de heladeras, se utilizaba el hielo natural para refrigerar los alimentos.
Hoy en día, el hielo del Chimborazo se usa para
hacer jugos de frutas o helados tradicionales. La gente dice que tiene
propiedades curativas naturales.
Los demás hieleros han fallecido o han encontrado trabajos más fáciles y mejor remunerados.
Pero la dedicación de Ushcha le ha producido beneficios.
Su reputación como el "último hombre de hielo" le ha dado fama y ha transformado su trabajo en un negocio más lucrativo.
Decenas de equipos internacionales de cine le
han seguido hasta el Monte Chimborazo, y recientemente viajó a Nueva
York para el estreno de uno de los muchos documentales que se han
realizado sobre él.
También es famoso a nivel local. En el mercado
de La Merced, donde vende el hielo, la gente de todas las edades pide
sacarse fotos con él.
Al mismo tiempo, se ha codeado con el presidente
de Ecuador, Rafael Correa, y otros políticos, que han elogiado su
trabajo como parte del patrimonio cultural del país.
Ushca desestima la historia, difundida por algunos miembros de su comunidad, de que se ha hecho rico.
"Mi familia tiene envidia de que sea amigo del presidente Correa", dice. "Yo les digo, venid y hacer mi trabajo."
Con una altura de tan sólo un metro y medio puede transportar sobre sus hombros dos bloques de 30 kg.
"Esto es trabajo de hombre", dice con orgullo.
La misma técnica
Él dice que está feliz de trabajar en la montaña que los indígenas consideran sagrada.
"Estoy feliz cuando camino. Chimborazo Padre
cuida de mí", dice en mal español. Él está más a gusto hablando en
quechua, la lengua indígena predominante en los Andes.
El rostro curtido de Ushca refleja los años de exposición al viento y al sol.
Nunca ha usado gafas de sol para proteger sus
ojos del resplandor del sol que se refleja en la nieve. Como resultado,
está constantemente entrecerrando los ojos.
Imágenes de la década de 1970 muestran que el
ritual de recoger hielo ha cambiado poco, aunque la demanda era mucho
mayor antes de que los frigoríficos estuvieran disponibles en Ecuador.
"Íbamos en un grupo de amigos, cuatro o seis grupos", dice.
"Yo iba con mi madre y mi padre, con mis hermanos y hermanas."
Hoy en día sólo va con Juan, su yerno, que le hace compañía.
Los glaciares han retrocedido lentamente en las últimas dos décadas, por lo que la caminata es más larga.
Ambos hombres salen de su comunidad de Cuatro Esquinas alrededor de las siete de la mañana.
En invierno, el viento y la nieve hacen que la
temperatura esté muy por debajo de cero. En verano, el sol aumenta las
posibilidades de avalanchas.
Durante la primera hora, Ushca monta a lomos de su burro, mientras que Juan camina.
En el pajonal, el área con arbustos bajos
típicos de la los paisajes andinos en altitud, los hombres se detienen y
Ushca recoge la paja que se utiliza para envolver el hielo.
A continuación, carga la paja en su burro, y empieza a caminar.
La última parte del camino está llena de piedras sueltas, y Ushca conduce la mula con cuidado.
Llega a la mina de hielo, llamada Los Hieleros,
alrededor del mediodía. Es una parte del glaciar cubierto por rocas,
conectado al glaciar principal, que es 500 metros más alto.
Ushca utiliza un pico para romper un bloque de hielo del glaciar.
A continuación, esculpe el bloque en cubos y los
envuelve en paja para transportarlos en la mula. Para cuando está de
vuelta en casa son las 4 de la tarde.
Turismo: el futuro
El sábado, viaja a los principales mercados de Riobamba para vender el hielo por US$4 el bloque.
Durante décadas, Ushca ha mantenido a su familia
recogiendo hielo y verduras que crecen en los campos alrededor de su
modesta casa.
"Esta es nuestra forma de trabajar debido a la pobreza. Yo soy pobre y no tengo otra opción", dice.
En estos días, hay una opción diferente. Su yerno cobra US$60 por día a los extranjeros por una excursión a la mina de hielo.
Él cree que podrían cobrar más por ver a un
hielero real en acción, y espera que pueda hacerse cargo del trabajo de
suegro cuando éste se retire.
"Esperamos que esta tradición continúe," dice.
Juan podría estar en lo cierto. Aunque la
tecnología moderna ha hecho a algunos oficios obsoletos, convertir el
hombre de hielo en una atracción turística podría ayudar a sobrevivir a
esta antigua tradición.
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