Daniel planificó por meses su salida de Nayarit,
México, rumbo al norte: quería buscarse un empleo en construcción en
Estados Unidos. Intentó cruzar por el mar, entre Tijuana y San Diego,
pero le entró miedo. Con sus ahorros decidió contratar un coyote, que lo ayudó a sortear en bote el Río Grande.
Pero cuando llegó a la orilla estadounidense lo
interceptó la patrulla fronteriza y entró esposado a la tierra de su
"sueño americano". Tenía 16 años.
María viajó desde Guatemala y lo
tuvo difícil: tardó semanas en atravesar México y se enfrentó a robos y
vejaciones. Ella, que había huido de su hogar precisamente escapando de
los abusos familiares. Desde los 14 años que estaba sola, como empleada
doméstica primero y en la travesía de una inmigrante indocumentada
después.
También fue aprehendida y su primer destino en el país del
norte fue un centro de menores detenidos en Miami.
Ellos, María y Daniel (nombres falsos con los
que dan testimonio), son apenas una muestra de un patrón migratorio que
está cambiando: cada vez son más los menores no acompañados que intentan
ingresar sin papeles en EE.UU.
Desde octubre pasado a marzo de este año, 5.252
menores de 18 años pasaron a la custodia de las autoridades
estadounidenses tras ser detenidos en la zona fronteriza, lo que
representa un aumento de 93% respecto del mismo período de 2011, según
el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
"Tienen entre 14 y 17 años en su mayoría, y
pasan semanas o incluso meses en un viaje peligrosísimo. En sus relatos
se repiten las denuncias de violaciones por parte de contrabandistas,
las agresiones físicas, los engaños para quitarles dinero", señaló a BBC
Mundo Michelle Abarca, abogada de la organización Americans for Immigrants Justice que representa legalmente a María y a otros niños detenidos.
Salto estadístico
La tendencia no es nueva: en 2004, unos 5.000
menores fueron referidos a la Oficina para la Reubicación de Refugiados
(ORR en inglés), a cargo de derivarlos a centros de custodia donde
enfrentarán su correspondiente proceso legal. En 2011, la cifra total
fue de 6.800.
"Tienen entre 14 y 17 años, en su mayoría, y pasan semanas o incluso meses en un viaje peligrosísimo. En sus relatos se repiten las denuncias de violaciones por parte de contrabandistas, las agresiones físicas, los engaños para quitarles dinero"
Michelle Abarca, abogada de la organización Americans for Immigrants Justice
Pero lo que llama la atención de los expertos es
el aumento experimentado en los últimos seis meses: en abril se superó
ya la marca de 6.000 casos y se calculan 8.000 para finales de junio,
según datos difundidos en un foro de migración organizado por
Universidad de San Diego.
"Tenemos que considerar que estos son sólo los
menores que son aprehendidos. Las estadísticas sólo permiten identificar
a aquellos que son referidos a las agencias gubernamentales, pero no
incluye a los que efectivamente logran entrar sin ser detectados",
señaló a BBC Mundo David Shirk, director del Instituto Transfronterizo
de la Universidad de San Diego.
El fenómeno contrasta, además, con las
tendencias migratorias generales, que denotan una merma en el flujo de
recién llegados. El Centro Hispano Pew publicó en abril un informe en el
cual señala que, por primera vez en cuatro décadas, el tránsito de
inmigrantes por la frontera sur da "balance cero": cada vez vienen
menos, y son tantos como los que se van de EE.UU.
"El súbito incremento en el número de menores no acompañados es aún más notable si consideramos esa merma", confirmó Shirk.
Paradoja de la seguridad
Las organizaciones sociales que trabajan en la zona limítrofe no cuentan con respuestas contundentes para explicar este aumento.
No se ha hecho aún investigación suficiente,
dicen, y los argumentos que dan los niños detenidos para explicar sus
casos no han variado de los de hace unos años: vienen en pos de un mejor
pasar económico, buscan a familiares emigrados anteriormente o escapan
de condiciones socioeconómicas o personales adversas en sus países.
Pero los expertos ensayan varias hipótesis: la
más aceptada está basada en la "paradoja" que resulta de una frontera
cada vez más custodiada.
"La seguridad en el borde
mexicano-estadounidense se ha incrementado en los últimos años y, a
mayor control, más probable es que las familias migrantes se dividan.
Los hombres cruzan primero y luego mandan traer a sus familias", señaló
el director del Instituto Transfronterizo.
Muchos trabajadores estacionales que venían a
Estados Unidos para las cosechas y luego regresaban a sus países,
deciden ahora quedarse. Cruzar se ha hecho más costoso y peligroso y
prefieren vivir sin papeles a arriesgarse a repetir la hazaña el año
próximo.
También se ha registrado un aumento en el número
de mujeres que migran, lo que incrementa la probabilidad de que a esas
madres le sigan más tarde sus hijos.
Asimismo, los brotes de violencia en Centroamérica pueden servir para explicar el fenómeno.
"Los estudios indican que se ha incrementado el
número de menores centroamericanos, lo cual creemos que puede en parte
deberse a un incremento de la violencia urbana en esa región", indicó a
BBC Mundo Betsy Cavendish, directora ejecutiva de Apleseed, una
organización que coordina el trabajo de abogados pro bono para menores detenidos.
Mexicanos o centroamericanos
Menores solos
- Los llamados "menores extranjeros no acompañados" tienen menos de 18 años y entran en esta categoría una vez que logran cruzar y son atrapados en territorio estadounidense por las autoridades.
- Otros, en cambio, no entran en la estadística porque nunca llegan a atravesar la frontera.
- Aunque la mayoría de los detenidos son niños mexicanos, en los centros de albergue hay más guatemaltecos, salvadoreños y hondureños.
- Los mexicanos en su mayoría son enviados de regreso desde la misma frontera y no ingresan al sistema de custodia federal.
La otra realidad que opacan las cifras es la de los niños no acompañados de origen mexicano.
Muchos de los que intentan pasar y son atrapados
por la custodia fronteriza no están contabilizados en esos 5.252 casos
de los últimos seis meses. ¿Por qué? Porque la mayoría de quienes vienen
del país limítrofe son deportados en cuestión de días, tal como
permiten los convenios entre países que están en vigor, en lugar de
pasar a manos de las dependencias gubernamentales estadounidenses que se
encargan de los niños de otras nacionalidades.
Las cifras parecen confirmarlo: durante 2009, la
Oficina de Aduana y Protección de Frontera (CBP en inglés) informó de
15.500 detenciones de menores mexicanos. Más del triple de los casos que
son derivados a instituciones como el ORR o la División de Servicios
para Menores No Acompañados (DUCS).
"En un caso típico, estos niños mexicanos no
llegan a ver a asistentes sociales o abogados. En promedio, lleva dos
días completar el proceso de deportación y devolverlos a las autoridades
de su país", señaló Cavendish.
De acuerdo con una investigación de Appleseed, 80% de los menores detenidos en la frontera provienen de México.
Mientras muchos de ellos son directamente
deportados, los de otras nacionalidades -mayoritariamente guatemaltecos,
salvadoreños y hondureños- pasan a refugios de la DUCS y esperan que se
les inicie un proceso legal de final incierto.
Pueden ser expulsados más tarde, o bien
calificar para un permiso de estadía si, por ejemplo, se prueba que han
sido víctimas de abuso en sus países de origen.
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