Por Lincoln López
Es esencialmente el mismo ser humano que conocimos en aquellos años juveniles: sencillo, sincero, afable, estable y valeroso, con un bandoneón primero y una guitarra después. Tu voz y tu compromiso.
Nos conocimos a través de nuestro común hermano Chico González, con el que compartía los estudios de teatro en los inicios de esa Escuela de Bellas Artes que dirigía entonces la Prof. Yolanda Badía de Montes de Oca. Del otrora Dancing Club al barrio, de ahí hasta las serenatas urbanas y rurales. ¿Te acuerdas de una en una finca en las afueras de Moca?
Insólito caso en donde el enamorado desnudo neutralizó el “monstruo de perro” mientras cantabas y declamábamos desde una inmensa galería. Debo confesarte que nunca ha pasado cerca de mi mente imitar una acción como esa. Luego, Chico y yo (había otra voz que no recuerdo) pasamos a ser un poco tus “voces oficiales” al grabar en una cerrada habitación de tu casa los primeros “jingles” para radio y guaguas anunciadoras, que preparó tu brazo derecho como productor y hermano, el Lic. José L. Blanco, augurando tu exitosa carrera como cantautor.
Estas y otras cosas reaparecen en mi memoria al leer una y otra vez tu reciente libro: “HISTORIA DE MI VOZ”. Unas vivencias resumidas en cuatro partes y una reflexión final. Por supuesto, no puede faltar en la historia de Ramón Leonardo, aquel de Expresión Joven y los 7 Días con el Pueblo en los años 1970, o el Romántico, o el cantor cristiano y el Cantante Karateka. Está graficado con algunas crónicas periodísticas y con imágenes de momentos estelares de su carrera. Además se le anexa un disco compacto que reúne 20 de tus canciones de ayer y hoy. “Dominicana”, “Francisco Alberto”, “Todos somos iguales”, “Los celos”, “La vida se va y no vuelve”…
Me alegra saber que después de 40 años en el arte, no has claudicado, que “El compromiso está en pie” por más tropiezos que te ha dado la vida, que estás consciente de que “La deuda social acumulada sigue creciendo, a pesar del heroísmo de toda una generación post-trujillista”, y por mucho que hayas estado preso.
Mejor es saber de ti que estás dispuesto a “inyectar energía revolucionaria, para que el trecho que aún nos queda por recorrer juntos en la conquista definitiva de la verdadera democracia, la democracia participativa; con equidad y desarrollo social”. Y debes saber, que hoy como ayer, puedes contar sincera y sencillamente conmigo.
Tu voz es voz que orienta mi voz: “No podemos ser los artistas, simples vividores a costa del pueblo”. Que los artistas “no sean simples depredadores morales y promotores del envilecimiento social y la degradación humana”.
El país, pero particularmente nuestra ciudad Santiago, tiene en Ramón Leonardo a uno de los más sobresalientes del arte popular. Un arte comprometido desde el punto de vista social, ético e intelectual. Tu “hoja de servicio” está ahí: limpia y transparente.
Ramón Leonardo, tu voz es la voz del Pueblo Dominicano.
culturaviva16r@hotmail.com
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