Israel conmemora a partir de hoy el año nuevo
judío en medio de la inestabilidad regional y con la mirada en Siria,
donde la posibilidad de que un ataque de EEUU provoque la represalia de
Damasco mantiene en alerta al estamento de Defensa israelí.
La festividad, conocida en hebreo como "Rosh
Hashaná", comienza al anochecer cuando el pueblo judío iniciará el año
5774 (2013-2014), que una vez más coincide con una situación de
incertidumbre y calma contenida, de las que suelen preceder a los
tambores de guerra.
La jornada festiva, en la que los judíos suelen volcarse con los dulces en multitudinarios encuentros familiares, concluye el viernes a la caída del sol.
El aplazamiento de un eventual ataque
estadounidense por la intención del presidente, Barack Obama, de acudir
al Congreso para obtener apoyos a una intervención militar limitada,
parece haber relajado en los últimos días los ánimos entre la población,
por lo menos hasta que transcurra esta fiesta de dos días.
"Yo personalmente no siento ninguna amenaza. Me
siento seguro porque todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor no
es asunto nuestro", dijo a Efe Roland Kaidar, de 51 años y terapeuta de
profesión.
Emigrado a Jerusalén desde Francia hace dos
décadas, destacó que "si hay algo de tensión es la que este tipo de
fiestas provoca en mucha gente -a quién invitar, qué regalos comprar,
qué preparar de cena- pero no por la situación política".
Un sensación que contrasta con la que la semana
pasada se vivió en algunos centros de reparto de máscaras antigás, a los
que acudieron miles de personas.
También están los que, más acostumbrados a
coexistir con este tipo de situaciones desde la misma creación del
Estado en 1948, viven el momento "como cualquier otro".
"Nosotros festejamos la fiesta como siempre. La
vida continúa. EEUU debe atacar a ese asesino que sigue masacrando a su
propio pueblo y la guerra no llegará a nosotros porque tenemos un
ejército fuerte que nos defenderá.
No tenemos miedo", afirma Rachel Lev,
una jubilada que ya ha vivido otros episodios similares en Jerusalén.
Tras conocerse que la ofensiva en Siria está en
espera, el Ejército israelí ha desmovilizado, de momento, al millar de
reservistas que habían sido convocados la semana pasada.
Con todo, las Fuerzas Armadas mantienen en alerta
las baterías de su escudo anti-misiles desplegadas en el norte del país y
los planes de emergencia son actualizados a diario, según la
información de los servicios de inteligencia y las amenazas procedentes
de Damasco, Beirut y Teherán.
En una entrevista el lunes con el diario francés
"Le Figaro", el presidente sirio, Bachar Al Asad, dijo que un ataque
estadounidense en el polvorín de Oriente Medio, provocará una "guerra
regional".
Ante este tipo de advertencias, el primer ministro
israelí, Benjamín Netanyahu, viene insistiendo en los últimos días en
que las fuerzas de seguridad de su país están preparadas para cualquier
contingencia y aconseja a la población hacer vida normal.
"Los ciudadanos israelíes deben saber que nuestros
enemigos tienen muy buenas razones para no probar nuestra fuerza.
Ellos
saben por qué", manifestó el domingo ante los ministros de su gabinete,
a quienes ha instruido no referirse a la cuestión siria o ninguna
decisión de Washington al respecto.
De momento y según reveló la prensa local, el
presidente Obama mantiene a Netanyahu al tanto de sus decisiones,
principalmente para coordinar posiciones y dar tiempo a Israel a
prepararse ante una eventual intervención en el país vecino, además de
evitar críticas.
La Casa Blanca también es la principal
patrocinadora del actual proceso de paz que han retomado israelíes y
palestinos, y que pese al ruido circundante y los múltiples obstáculos
continúa entre bambalinas en la mayor de las discreciones, algo de por
si inusual.
La festividad "Rosh Hashaná" se caracteriza por la
degustación de alimentos dulces, siendo típico la manzana, la granada y
la miel, y el sonido del "shofar", un instrumento musical hecho con el
cuerno de un carnero.
Otra de las costumbre seguidas por los más devotos
es acudir a fuentes de agua como mares, ríos o manantiales para leer
oraciones y a donde se arrojan trozos de pan para deshacerse
simbólicamente de los "pecados e inmoralidades" del año que concluye.
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