Objetos viajeros como asteroides y cometas surcan
a su antojo el Sistema Solar como si se tratara de una gran colmena.
La
mayoría tienen órbitas estables, por lo que no resultan peligrosos,
pero una pequeña parte de ellos emprenden caminos más arriesgados que
pueden acabar en un choque contra un planeta, quizás el nuestro.
Por
fortuna, impactos de meteoritos tan grandes como el que cayó en febrero
en la localidad rusa de Chelyabinsk, de 17 metros de diámetro, se
producen en muy raras ocasiones.
Y una de las razones por las que nos libramos de muchos de esos
desagradables visitantes es porque tenemos un portero de excepción.
El
gigantesco Júpiter, con su enorme atracción gravitatoria, funciona como
un gran escudo que atrae a cometas y asteroides y protege, en cierta
medida, a otros mundos interiores.
Si no fuera por su presencia, nos
darían más veces. Pero, hasta que punto es tiroteado Júpiter Los
científicos suponían que mucho e investigadores de la Universidad del
País Vasco lo han confirmado.
Según han expuesto en el Congreso Europeo
de Ciencia Planetaria, que se ha celebrado estos días en Londres, el
planeta podría verse afectado por objetos de alrededor de 10 metros de
diámetro entre 12 y 60 veces al año, unas cien veces más que la Tierra,
explica Ricardo Hueso, autor del estudio.
Astrónomos aficionados que han observado Júpiter con cámaras de video
han sido capaces de captar tres choques en los últimos tres años. Los
investigadores han elaborado un informe detallado de estas colisiones.
La primera de ellas fue observada por Anthony Wesley, de Australia, y
Christopher Go, de Filipinas, en junio de 2010. El choque pudo ser
grabado en vídeo por ambos observadores.
Eran solo unos breves segundos,
pero suficientes para distinguir un destello luminoso entre las nubes
del planeta.
El segundo impacto fue captado por los japoneses M.
Tachikawa, K. Aoki y M. Ichimaru en agosto del mismo año.
Grabaron la
escena con una cámara de vídeo acoplada a un telescopio. La tercera
colisión fue descubierta por el estadounidense George Hall en septiembre
de 2012.
En un instante
El estudio, una amplia colaboración entre astrónomos profesionales y aficionados, también incluye simulaciones detalladas de los objetos que entran en la atmósfera de Júpiter y se desintegran a temperaturas superiores a 10.000 °C, y observaciones de telescopios como el Hubble y el Very Large Telescope de la zona de impacto tomadas unas decenas de horas después del impacto.
El estudio, una amplia colaboración entre astrónomos profesionales y aficionados, también incluye simulaciones detalladas de los objetos que entran en la atmósfera de Júpiter y se desintegran a temperaturas superiores a 10.000 °C, y observaciones de telescopios como el Hubble y el Very Large Telescope de la zona de impacto tomadas unas decenas de horas después del impacto.
A pesar de observar el planeta poco después,
Hubble y el VLT no fueron capaces de ver la firma de los objetos
desintegrados, lo que demuestra que esos impactos son eventos muy
breves.
Debido a que el brillo de estos impactos es tan efímero y sucede en
momentos impredecibles, los científicos explican que los principales
observatorios como el Hubble y el VLT no son los mejores testigos.
Según
dicen, estos telescopios tienen horarios de observación férreos y no
pueden estar dedicados a la vigilancia a largo plazo de un planeta.
Los
astrónomos aficionados, sin embargo, pueden dedicar noche tras noche a
la observación de un planeta, por lo que tienen muchas más posibilidades
de detectar estos impactos, incluso aunque su equipo sea mucho más
rudimentario.
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