La historia reciente de las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos está caracterizada por conflictos frecuentes que no se traducen en una ruptura total.
Por estos días Washington y Caracas intercambian nuevamente acusaciones y recriminaciones, luego de la negativa del gobierno de Hugo Chávez a aceptar a Larry Palmer como embajador estadounidense en Venezuela.
Esto a raíz de las declaraciones que diera el funcionario estadounidense al Senado de su país sobre temas militares venezolanos.
Este jueves las palabras rebasaron lo diplomático cuando el Sub-Secretario de Estado para Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Arturo Valenzuela, calificó de "anti-democrática" la Ley Habilitante que le otorgó a Chávez la Asamblea Nacional para que sancione leyes, a pocos días de que se conformara una nueva legislatura con mayor presencia de la oposición.
"Esta medida antidemocrática viola los valores compartidos consagrados en la Carta Democrática Interamericana (de la Organización de Estados Americanos)", dijo Valenzuela en un evento en el que se evaluó la política del presidente estadounidense Barack Obama hacia América Latina, organizado por el Brookings Institute, un centro de investigación basado en Washington.
Al expresar su preocupación por lo que considera una tendencia autoritaria en la región, Valenzuela dijo que su gobierno buscaría formas para "reforzar" la Carta Democrática, aunque no especificó ni cuáles ni cuando ni cómo.
Hasta el momento no se conoce reacción oficial de Caracas a las declaraciones de Valenzuela.
Sin embargo, pese a los constantes roces entre los funcionarios de las dos naciones, evitar el "choque final" parece ir con la historia de los pulsos verbales entre Washington y Caracas. La razón estaría en la mutua dependencia.
"Matrimonio inconveniente"
Mientras los políticos de ambos países se recriminan mutuamente, los vínculos comerciales marchan sin demasiados problemas.
Según datos del Departamento de Comercio, Venezuela coloca en EE.UU. un 54% de su producción petrolera y trae de ese país cerca del 60% de sus importaciones.
Y pese a la debilidad de la economía venezolana de los últimos dos años, el país suramericano es el tercer mercado para las exportaciones estadounidenses en la región.
Para EE.UU. la mayor prioridad es mantener el acceso al petróleo venezolano (…) y contrarrestar el creciente flujo de drogas a través de Venezuela
Jennifer McCoy, Centro Carter
Esa dinámica lleva a preguntarse a la directora del Programa Américas del Centro Carter y especialista en Venezuela, Jennifer McCoy, si lo que tienen Venezuela y EE.UU. es un "matrimonio inconveniente" mantenido por "intereses estratégicos" compartidos.
"Para EE.UU. la mayor prioridad es mantener el acceso al petróleo venezolano (…) y contrarrestar el creciente flujo de drogas a través de Venezuela" escribe McCoy en un capítulo del libro Obama y las Américas, editado por el Brookings Institute.
"Para Venezuela sus imperativos estratégicos son balancear la necesidad de una relación suficientemente civilizada con EE.UU. para poder seguir el negocio petrolero con la necesidad de defenderse de una intervención extranjera".
Pedazos de carta
"Lo que pasa es que la política estadounidense hacia la región es la de evitar caer en la trampa de Chávez en responder públicamente a sus últimos abusos antidemocráticos", dijo a BBC Mundo el ex Subsecretario de Estado de EE.UU. para Asuntos Hemisféricos, Peter Romero.
Sin embargo, Romero juzga que Washington cae en otra trampa cuando "no dice absolutamente nada" y que por eso el mandatario venezolano "gana cuando EE.UU. y los otros países que creen en la democracia no le responden".
"Tenemos que crear un frente fuerte con países amigos para promover la democracia en la región y no lo estamos haciendo", aseguró Romero.
Algunos políticos estadounidenses han sido muy críticos de lo que consideran la falta de acción de la Organización de Estados Americanos frente a los supuestos abusos al orden democrático en Venezuela.
En diciembre pasado la representante republicana Ileana Ros-Lehtinen, quien este miércoles asumió la presidencia de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara baja del Congreso estadounidense, fustigó la "usurpación del poder" que, según ella, implica la Ley Habilitante otorgada a Chávez por 18 meses.
Guerra cordial
Aunque Ros-Lehtinen lamentó que de la OEA no hubiera salido ni siquiera "un gemido", en su comunicado no pidió a Washington que plantee el tema en el foro, algo que en medios diplomáticos consideran inconsecuente con la retórica "anti-Chávez".
Para Venezuela sus imperativos estratégicos son balancear la necesidad de una relación suficientemente civilizada con EE.UU. para poder seguir el negocio petrolero con la necesidad de defenderse de una intervención extranjera
Jennifer McCoy
"Ella no tiene que cuestionar a la OEA. Tiene que cuestionar al Departamento de Estado y su comportamiento en la OEA", dijo a BBC Mundo Rubén Pierina, hasta hace poco funcionario del organismo y ahora profesor de la Universidad George Washington.
"A mi me sorprende que EE.UU. no promueva dentro de la OEA una discusión para ver al menos lo que está pasando", afirmó Pierina, quien reconoce que el Secretario General, José Miguel Insulza, también podría haber iniciado el debate.
Aunque recientemente el Secretario Insulza ha dicho estar preocupado por lo que pasa en la política venezolana, pocos esperan que ese debate se produzca pronto.
Según dijeron a BBC Mundo fuentes del Congreso de EE.UU. vinculadas al tema internacional, no hay un consenso hemisférico suficiente que evite que una iniciativa ante el foro sea vista como una "nueva agresión imperialista que sería la forma como la denunciaría Chávez".
Así que es probable que se mantenga por un tiempo más la guerra de posiciones retóricas entre dos países que son, al mismo tiempo, socios mutuamente importantes y enemigos "cordiales".
De allí que Valenzuela ratificara este jueves su deseo de construir una "relación fuerte" con los venezolanos, con quienes, hasta ahora, las peleas no son hasta las últimas consecuencias.
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