Autor Antonio Regalado
Lider espiritual dominicano residente en Estados Unidos
La sanidad divina es una promesa de Dios para su pueblo. Nuestro Señor Jesucristo sanó todo tipo de enfermedades que para ese tiempo se manifestaban.
En el libro de San Mateo capítulo 15 versículos 30-31 se narra lo siguiente:
"Y se le acercó mucha gente que traía consigo a cojos, ciegos, mudos, mancos y otros muchos enfermos; y los pusieron a los pies de Jesús, y los sanó; de manera que la multitud se maravillaba viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel". Dios dice por medio del profeta Isaías "y por su llaga {la de Jesús} fuimos nosotros curados".
No estoy comunicando acerca de un simulacro, sino de algo real, y en ese aspecto hay miles de testimonios.
En Jesucristo encontramos perfecta salud.
Y Usted podría pensar, pero pastor, y que de los que son sanados por los doctores de la ciencia médica?, Tengo que responderte que también el que interviene en esa sanidad es Jesús, porque él es quien da el conocimiento para que una persona sea médico.
La Palabra de Dios dice que de él es el querer como el hacer.
Oración y bendición:
Bendito y amado Señor, en ti está todo el poder, para sanar, liberar, restaurar.
Tu siervo Ezequías enfermó de muerte, y en ese estado volvió su rostro a una pared, e hizo oración a Jehová, y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que ha sido agradable delante de tus ojos.
Y lloró Ezequías al hacer esta oración con gran lloro, dice la palabra. Entonces vino palabra de Jehová al profeta Isaías, diciendo: Ve y di a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años. Y te libraré a ti y a esta ciudad, de mano del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé. Isaías 38: 1-6.
En este día, aumenta el tamaño de tu fe {certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve}, declarando sanidad divina sobre ti, mi clamor sube como incienso con olor fragante hasta el trono de Dios, expresando mi gratitud por el milagro hecho a tu favor, en el nombre maravilloso de Jesús, que así sea, a su nombre damos toda la Gloria. Amén.
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