El color de este fenómeno depende de la molécula que participa en el
proceso y de su grado de actividad, por lo que hay varias razones que
explican por qué el verde es el color predominante.
En primer lugar, el cambio en el átomo de oxígeno que crea este color
necesita, relativamente, poca energía para activarse cuando se le
compara con otros elementos abundantes como el nitrógeno.
Adicionalmente, a la altitud a la que se forman las auroras, el
oxígeno atómico es el componente más denso de la atmósfera, por lo que
es más probable que se active por las partículas.
En tercer lugar, otros átomos de oxígeno que podrían producir el
color rojo se apagan por colisiones que se producen entre átomos y otras
partículas.
Finalmente, el ojo humano es más sensible a la luz verde, lo que explica que otros colores más sutiles pasen desapercibidos.
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