Imitando la forma en que las plantas convierten la luz solar y el
dióxido de carbono del aire en energía y oxígeno, el Centro Conjunto de
Fotosíntesis Artificial del Instituto de Tecnología de California busca
superar a la naturaleza y frenar el calentamiento global.
Nate Lewis,
profesor de Caltech y estrella de la investigación en energía solar,
tiene un plan para transformar el combustible tal como lo conocemos.
“Si no pudiésemos llegar a eso, no lo estaríamos haciendo”, dijo Lewis en una entrevista el mes pasado.
Este esfuerzo está respaldado por US$ 122 millones de fondos del
Departamento de Energía de EE.UU. y reúne el talento de 120 científicos
de Caltech, la Universidad de Stanford, la Universidad de California en
Berkeley, Irvine y San Diego y el Laboratorio Lawrence Berkeley.
Se trata de otra revolución de la industria automotriz mundial que se
remonta al siglo XIX y se suma a los trenes motrices eléctricos, los
vehículos que se manejan solos y los autos que se arriendan por hora.
Hace unos pocos años, los autos totalmente eléctricos también
parecían una fantasía. Ahora, Tesla Motors (del empresario
norteamericano Elon Musk), que fabrica solamente vehículos a batería,
tiene un valor de mercado más alto que algunas automotoras a la antigua,
como Suzuki y Fiat.
El cambio en dos saltos
Para revolucionar el combustible para transporte, Lewis tiene un plan de dos pasos. En realidad, de dos saltos.
Primero, la coalición apunta a desarrollar un sistema para fabricar
grandes cantidades de combustible de hidrógeno usando dispositivos de
bajo costo similares a los paneles solares.
El hidrógeno líquido o
gaseoso, que puede ser la fuente de energía de los autos con celdas de
combustible superlimpio, se necesita para las plantas químicas y las
refinerías.
Luego viene el segundo salto: aplicar esta misma investigación al
sistema que puede combinar el combustible de hidrógeno con el dióxido de
carbono del aire, tal como lo hace una planta, para producir
combustibles líquidos que alimenten a los autos, los camiones pesados,
los barcos o los aviones.
No será fácil, rápido ni barato obtener la gasolina sintética y libre
de carbono. Los laboratorios de investigación de todo el mundo buscan
con sumo interés alternativas al petróleo.
Algunos son esfuerzos
privados; otros tienen financiamiento de gobiernos. Mientras que algunos
tratan de elaborar combustible a partir de algas, maíz u otros
cultivos, Lewis sostiene que esas soluciones requieren demasiada agua o
tierra, que serán necesarias para la producción de alimentos.
La urgencia por aumentar las fuentes de energía de bajo carbono se ha
intensificado en tanto las condiciones meteorológicas extremas se suman
a la preocupación de que los gases que atrapan el calor en la atmósfera
estén haciendo de la Tierra un planeta menos hospitalario.
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