Autor Tiberio Castellanos
Desde Miami
Hoy amanecí, como seguramente deben amanecer muchos viejos, con el cuerpo un poco cansado. Y este cansancio no provenia del esfuerzo fisico que pudiera haber hecho ayer, que no fue mucho.
Si no en parte por mi edad y en parte por el calor. El calor, entre otras molestias, me baja un tanto la presión arterial.
Y aquí debo decir, a Dios gracias, porque me dicen que la baja presión no mata. Bueno, creo que no tanto como la alta. Pero también con la baja presión pueden ocurrir accidentes.
Yo sé por experiencia que algunos antialérgicos fuertes, en personas de baja presión, pueden dar algunos sustos. Mi amigo Manuel, que es médico, me dice (para eso de la presión baja) que le agregue más sal a la comida y que tome mucha agua. Y eso estoy haciendo. Pero, no obstante la presion baja y el calor, yo sigo con mis diarias rutinas.
Pablo, el de la Epístolas, que pasó por Atenas en tiempos de las primitivas Olimpíadas, observó que cada uno de los atletas "se impone en todo una disciplina". Pablo, de un modo muy escueto, menciona a corredores y también a los de la lucha, pues dice, aplicando a su prédica, eso que vio: " mis directos van a mi cuerpo, y lo obligo a que me sirva".
Y, pienso que en ésta algo olvidada Epístola está la clave para la autodisciplina: "obligo a mi cuerpo a que me sirva".
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