Autor Juan Isidro Inoa
Justo al inicio de la semana del periodista se nos va de nuestro lado un periodista. Se fue como se marchan casi todos, de sorpresa y en silencio. Sin hacer una ultima nota, como para que seamos nosotros quienes les demos continuidad a su vida.
Al inicio de la semana del periodista Claudio Márquez se fue. Lo hizo de madrugada, justo antes de que amaneciera, para que no viéramos sus últimos pasos. Para que no viéramos su silueta al alejarse de nosotros.
No podemos negar que en varias ocasiones amenazó con marcharse y nosotros lo reteníamos.
Quizás era urgente su ida, y nosotros como los borrachos en las fiestas, nos negábamos a dejarlo ir.
Tal vez por eso para atender la llamada urgente sin que nos molestáramos, aprovechó el profundo sueño de la madrugada, en silencio abrió la puerta y se marchó, sólo nos dimos cuenta que se había ido cuando al amanecer sentimos su espacio vacío, entonces empezaron a recorrer las voces de que se marchó en la madrugada y en silencio y que no volvería jamás.
Según he sabido no llevó equipajes. Solo una pluma para narrar los paisajes que en su trayecto vea y un teclado para no olvidar la peculiar manera de escribir recitando en voz alta las palabra que debía teclear con las puntas de sus dedos.
Se fue Claudio y uno a uno nos iremos todos. Cada quien a su manera. Cada quien a su tiempo. Pero nos iremos!
Como no nos dijo nada. Como no se despidió, quizás para que no intentáramos retenerlo de nuevo, hoy antes de que se distanciara más de nosotros, mientras su alma camina hacia el infinito y su cuerpo nos da su compañía, sus amigos sembramos un árbol de “Ceibita” en el parque central. que lo mantendrá por siempre a nuestro lado y al lado de las futuras generaciones.
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