Autor Tiberio Castellanos
El día de los viejos, alguien me dirá, es lo mismo que el día de los jóvenes. Pues no, yo digo que no es igual. Los jóvenes tienen muchos más dias por delante. Aunque, lamentablemente, en estos últimos años han estado en aumento las muertes de jóvenes por diferentes causas. Desde la muerte, generalmente heróica, de policias, bomberos y soldados, hasta el suicidio, las sobredosis de drogas, los asesinatos, etc.
En cambio y según proclaman las estadísticas, a un viejo de mi edad no les quedan ya muchos días. Y por lo tanto, este día en que pergueño estas notas, es para mí un gran día, un bello día. Un dia para vivirlo como si ya no hubiera luego más días.
De las primerísimas cosas que ya hice hoy fue dar gracias a Dios por el bello dia que amanece y por la buena salud de este viejo que escribe. Buena salud que me regala Dios... y que yo me precio de cuidar muy bién.
Y esto no quiere decir que uno no tenga sus planes. Planes para este año 11 y para el Doce y para después también. Que uno nunca sabe.
Para cumplir con esas metas, yo vivo y trabajo cada día con la mirada, debía decir, el pensamiento, puesto en los días lejanos que mi imaginación sueña. Pero trabajando este dia de hoy como si fuera ya el último dia de mi vida. Es decir, viviendo el día a todo vapor. Moviendo a todo dar músculos y mente, en este día que es el día que tengo. Sí, porque el día de ayer ya pasó, y el de mañana aún no ha llegado.
Hoy he estado pensando que en la oración que nos dejó Jesús, se pide al Padre "El pan nuestro de cada día, dánoslo HOY..." Y uno se preguntará ¿por qué al Señor, rico dueño del tiempo y del pan, se le pide solamente el pan de hoy?. Creo que eso destaca la importancia del día de hoy. De este dia en que con alegría escribo estas notas.
En definitiva, y como no puedo saber cuantos dias me quedan, yo disfruto este día de hoy, a pleno gozo, a pleno entusasmo. Sí, entusiasmado con la vida que todavía hoy tengo.
Y esto del entusiasmo con la vida, para un amigo que a veces no entiende bien lo que yo digo, voy a decirlo ahora de un modo indecente: es parecido a como disfrutaría el viejo Califa la última muchachita que le trajeron para su harén.
Un abrazo
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