SANTO DOMINGO, RD.-Fueron sepultados ayer domingo en el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez, de esta capital, los restos del ingeniero agrónomo Manuel de Ovín Filpo, de origen español y quién desde joven se enroló en la lucha que libraban los dominicanos para acabar con la tiranía del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, por lo que fue considerado héroe nacional.
Ovín Filpo recibió cristiana sepultura tras morir el pasado viernes, aquejado de quebrantos de salud, a los 83 años de edad, después de recibir una misa de cuerpo presente en la iglesia San Antonio de Padua, del sector Gazcue, oficiada por el obispo Benito Ángeles, de la Arquidiócesis de Santo Domingo.
Le sobreviven su esposa Milagros Castillo Muñoz y sus hijos Manuel Francisco, María De las Nieves y José Antonio de Ovín Castillo.
Don Manuel de Ovín Filpo, quien fue velado en la funeraria Blandino, en la avenida Abraham Lincol, participó en l961 en la confabulación para asesinar al dictador Rafael Trujillo Molina.
De Ovín Filpo fue tesorero del consejo de Directores del periódico EL
NUEVO DIARIO, llegó al país procedente de España, en el año l954 contratado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, para trabajar en el Consejo
Estatal del Azúcar (CEA), institución que llegó a dirigir durante el régimen de fuerza y después de la muerte del sátrapa.
Sus tres hijos y su esposa agradecieron a las personas que los acompañaron en su dolor y al perder a un hombre sencillo, honrado y con una gran dignidad, tributos que fueron esbozados por sus amigos, quienes los definieron como un hombre honesto, honrado, trabajador y con una gran humildad.
En vida, Ovin Fipo fue un experto de la industria azucarera, y llegó ha administrar los ingenios El Caei, el de Haina, el de San Cristóbal, el de San Pedro de Macorís, Puerto Plata, y el de Villa Altagracia,
Su hija María de las Nieves Ovín Castillo dijo a periodistas de El Nuevo Diario, que su padre fue un hombre admirable y que siempre le inculcó el respeto a los demás, a ser siempre personas honradass, trabajadora y humilde con sus semejantes.
“Lucharé para que mi padre desde el cielo sepa que aprendí sus valores y lo que siempre me dijo, que la honradez y el trabajo son dos cosas que van de las manos de todo ser humano, mi padre fue una gran persona y siempre lo recordaré así”, dijo María de las Nieves.
Mientras que su hijo José Antonio De Ovin Castillo, dijo que su padre fue una persona amorosa, que actuó de forma correcta, siempre usó la humildad son su semejante y con sus amigos, por lo que sienten orgulloso de ser sus descendientes.
Director El Nuevo Diario
El director del El Nuevo Diario, licenciado Persio Maldonado Sánchez, dijo que Manuel De Ovin Filpo fue un hombre con ideales que deben ser seguidos, con una vida pública transparente, sencilla y llena de dignidad.
“Ejemplo de su sencillez, es que pidió en vida que al momento de su muerte sea enterrado con una mortaja, como una forma de no llevarse nada a la hora de su muerte”, dijo Maldonado.
Indicó que esa es la honra que dejó este gran hombre a su familia y a la sociedad, y en este momento tan difícil en que se vive es donde se deben dar esos valores a los hijos como lo hizo en vida Ovin Filpo.
“Tuve la honra de conversar con él en muchas ocasiones porque fue miembro directivo del periódico que dirijo, El Nuevo Diario, y en cada conversación aprendía de él, porque fue un emprendedor, con optimismo extraordinario y renovador permanente de cada cargo que ocupó, como fueron en la industria azucarera y en el sector agrícola del país”, manifestó Persio Maldonado.
Informó que tanto era su espíritu renovador, que dejó inconcluso un proyecto en la provincia de Montecristi, que fue su último sueño, donde viajaba más de 4 horas para trabajar en él.
Destacó que la sociedad dominicana debe honrar a De Ovin Filpo externamente, ya que con ello se reconoce a los extranjeros y a los dominicanos que aportan por el desarrollo del pueblo dominicano.
Indicó que Manuel De Ovin Filpo debe ser un referente de la sociedad dominicana y con ello se honra a los buenos dominicanos y exhortó a tomar como ejemplo la labor de éste extranjero que se entregó en cuerpo y alma a la República Dominicana.
Autor: Jacqueline Morrobel
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