Por: José Jordi Veras Rodríguez.
El autor es Abogado y comentarista de la Television dominicana
Cuando estuvimos al frente del caso de la señora Miguelina Llaverías en el aspecto penal que felizmente culminó con la condena de su ex esposo Adriano Rafael Román Román a una pena de veinte años, uno de los principales argumentos que poseían cada uno de los innumerables abogados que pasaron fila por la parte de la defensa del indicado condenado era que no había posibilidad que una persona hubiera podido conllevar una trama de la naturaleza de que fue objeto por segunda ocasión doña Miguelina.
¿En qué consistió la misma? Algo sencillo, el señor Adriano utilizando un arma sin documentación y por la cual fue capaz de poner una denuncia ante el Departamento de robo que la misma le había sido robada de su casa (algo insólito pero cierto).
Dicha arma se la encarga a un taxista y que a la vez era investigador privado y trabajaba para una compañía que ya le había realizado trabajos en este sentido a dicho cliente en contra de otras personas, incluyendo abogados adversos en otros casos.
Este taxista a su vez encargó a un sicario para que realizara el disparo que le entró por la parte trasera del oído izquierdo, rompiendo la lengua y los dientes y saliendo por la mejilla derecha y con la mano de Dios tener con vida a Miguelina Llaverías.
En pocas y sintetizadas palabras fue el hecho tramado contra la Llaverías. Sin menoscabar el seguimiento por llamadas que entre los imputados hoy condenados mantuvieron antes, durante y después de los hechos.
Para algunos abogados de la defensa esto era producto de la mente de Miguelina Llaverías que por sentir un temor a la persecución había ideado todo el dilema narrado. Igual como fue lo ocurrido en el año 1978, cuando también se inventó su tortura y violación.
Muchos preguntaran por qué traemos a colación un caso ya resuelto, en principio, de tipo penal como el mencionado. Muy sencillo. El martes pasado, a las 9:11 de la noche en el Centro Correccional de Greenville, fue ejecutado el señor John Allen Muhammed, ¿quién era este personaje? Fue llamado en el año 2002 como el Francotirador de Washington.
¿Y la relación de un caso con otro? Este caso fue una conmoción cuando ocurrieron los hechos porque los mismos se ligaron y entrelazaron por la fecha próxima al derrumbe de las torres, como alguien ligado al terrorismo o a Osama Bin Ladem.
Cuando los investigadores del FBI profundizaron las pesquisas pudieron determinar que dicho señor había orquestado un verdadero plan maquiavélico y digno de un psicópata.
El señor Allen Muhammed estuvo casado por años con su ex esposa y madre de sus tres hijos, Mitchell con la cual rompió su matrimonio.
Por años, aún habiendo roto el vínculo matrimonial continuaba acosándola, a tal punto que en una ocasión se llevó los hijos de ambos por espacio de un año hasta que fue ubicado por las autoridades federales.
En esa oportunidad se le dio libertad bajo fianza por su historial de haber estado en la guerra y no haber tenido problemas judiciales.
No contento con lo realizado le provocó una paliza que llevó a la madre de sus hijos al hospital por un largo tiempo. Luego, la señora Mitchell, fue a radicarse de forma clandestina a la Washington huyendo de tan horrible persona.
Durante un buen tiempo no tuvo contacto y pensaba que había perdido a su ex esposo, Muhammed. Lo siguiente nadie podía imaginárselo salvo salido de una mente macabra. En dicha ciudad comenzaron a caer personas víctimas de disparos de un francotirador.
Cuando las muertes eran ya un escándalo y que tenían sumida a la ciudad en un caos y en el temor. Las autoridades se acercaron a la ex esposa de Muhammed para decirle que tenían el convencimiento de que su ex marido tenía que ver con los hechos.
Ella no lo podía creer a pesar de todo lo que le había hecho pasar. Cuando el asesino es atrapado junto a su joven cómplice, Lee Boyd, adolescente entonces y que hoy cumple cadena perpetua, éste decidió confesar el plan criminal de su autor y describió el joven que el mismo consistía en asesinar personas al azar para que cuando fuera asesinada la ex esposa de Muhammed este hecho no levantara sospechas en su contra y pudiera así quedarse con el dinero del seguro y los tres hijos y llorar su muerte.
Ambos hechos muestran donde es capaz de llegar la mente de un ser humano que no sabe desligarse de una relación anterior.
Que lo ocurrido a Miguelina Llaverías no fue objeto de un invento sino de la mente de una persona, como ocurre de forma corriente en nuestro país y donde tenemos estadísticas peligrosos y preocupantes donde cada año mueren más de 150 mujeres al año mucho mayor índice que el de España el año pasado donde hay más de 40 millones de habitantes y donde llegó a 75 las muertes en el 2008.
En el caso de Muhammed podemos ver una persona que es fruto, quizás de haber estado en la primera guerra del Golfo y que según ha dicho su ex esposa, Mitchell, de que todo fue diferente cuando llegó del Medio Oriente.
Para Miguelina Llaverías fruto de vivir en una sociedad que la violencia hacia la mujer está muy latente y de que una parte de los hombres no asimilan el rompimiento de una relación o que ya no sean parte de la misma.
Entre Muhammed y Miguelina Llaverías existen dos casos que al ser fruto de la mente criminal por muy trama de película que parezcan con parte de una triste realidad social y de las relaciones que terminan con traumas.
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