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martes, 7 de mayo de 2013

Cesáreas y cirugía bariátrica

Escrito por Tiberio Castellanos


      Casi todos los dias oigo en Radio Paz un talentoso joven venido de Cuba no
hace muchos años. En días pasados hablaba, en varios programas, del hijo que
estaba esperando. Su esposa ya en los últimos días de su embarazo. 
 
Y su entusiasmo por el hijo esperado era tal que era contagiosa su alegria de futuro
padre. Pero, al final, sí, al final, la noticia que nos ha transmitido es que su hijo
nació por una cesárea. Yo me sentí algo frustrado. Supongo que tambien él,
aunque no se lo escuché manifestar.
 
      Como estas cosas suceden con frecuencia. Lo de las cesáreas y lo de las
bariátricas ( hoy he escuchado que el obeso gobernador de New Jercey, que
dicen aspira a presidente, parece haberse hecho una de estas cirugías). Yo tengo
que explicar el por qué de mi frustración y mi protesta.   
 
      Parece que yo conocí la existencia de estas cirugías un poco tarde, o que yo
viví muchos años en otro mundo. Digamos mejor, en otra sociedad.
Sí, yo creo que lo de las cesáreas lo he llegado a saber cuando yo era ya un 
hombre. Quiero decir, que en mi infancia nunca se habló de esto.
 
      En mi pueblo habia una comadrona, Corina de Pérez, y yo recuerdo que casi todos los muchachos del pueblo le decíamos, con mucho respeto, Mamá Corina. Y
tambien por extención, a su marido le decíamos Papá Billo. Y yo recuerdo, que en más de una ocasión, mi mamá en charla en la sala de casa con alguna amiga, me
mandó llamar y me hizo levantar la camisa para que yo enseñara mi ombligo. Mamá
celebraba lo bien que cortaba el ombligo Mamá Corina.
 
      Yo ignoro cual era la disciplina de las preñadas en tiempos de mi madre. Pero,
cuando mi hermana mayor tenía ya una barriguita crecida la sacabamos de paseo,
todas las tardes. Y era larga esa caminata por la carretera de entrada al pueblo.     
 
    Bueno, en Pimentel se hablaba de la mujer de Quintino el carnicero, que lavaba ropa en el río, y que un día subía del río con su batea de ropa, se acostaba en su cama, llamaban a la comadrona, y paría su muchacho, como Dios manda.
 
      Y, bien, parece que los tiempos que corren no son los mismos tiempos de la mujer de Quintino y de mi hermana. Aparte de otras cosas hay diferencias en cuanto a lo que se come y en cuanto a lo que se hace con el cuerpo.
 
      Y esto va igual para las cesáreas que para las muy novedosas bariátricas. En la guagua y en el tren, veo esas muchachas centroamericanas, gordas casi todas.
 
He pensado que las madres de estas chicas, allá en el campo donde vivían. Donde   iban al río a por agua y al monte a por leña, seguramente no tuvieronr que ser abiertas a canal, como sus hijas aquí, para sacarles el hijo.
 
       Ni tampoco hacerles otras "jurungaciones" bariátricas para sacarles la grasa extra del cuerpo. 
 
        Aparte, de lo que en esta descarga es historia. Todo lo demás es pura imaginación de mi parte. Pero yo creo, que también los médicos parteros pueden haberse acostumbrado a dormir tranquilos en su casa, sin que los despierte la llamada de una parturienta rompiendo fuente. Mejor que esto, por la tarde, o por la noche temprano, se resuelve todo con una cesárea.
Un abrazo.

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