Un Momentito con Miguel
Autor Miguel De Jesús
Comunicador y Abogado Dominicano
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Todos nacemos en
el Corazón de un pueblo donde crecemos y nos desarrollamos como personas útiles,
hacemos amigos, disfrutamos nuestras familias,
nos gozamos nuestro lar nativo, pero llega el día en que los nuestros preparan
maletas en busca de nuevos horizontes.
Es una forma muda
de indicar que la fiesta terminó y todos se fueron, un grupo a una ciudad
lejana y a veces cercana y lo peor, otros al exterior donde la lejanía y
costumbres de un país distinto se convierten en barreras frías.
Cuando nos
separamos de nuestros amigos de infancia una herida se abre en el silencio que
hace posible recordarlos. Cuando somos niños nunca pensamos que seremos adultos
y hacemos de esas primeras relaciones amistades con ribetes dorados de la
eternidad.
Queremos ser
bomberos, choferes, cantantes, peloteros, policías, guardias en fin de todo
ligado a los juegos de la minga, la cantarita, las escondidas, la placa y otros
más. Un día la nostalgia nos visita y el aire mágico nos trae como película los
capítulos de episodios únicos e irrepetibles.
Amores de niños
sin la prisa de un orgasmo, pleitos de compañeritos de escuela sin
consecuencias de muertes, excursiones a los campos y montañas para hacer canción
de la brisa fresca, pero hoy esos hermanos de aventuras y sueños viven en otra nación.
Algunos murieron
al naufragar la yola que servía de plataforma para alcanzar el sueño americano,
otros se fueron y no le interesó volver aunque solo de visita a traernos el
abrazo y calor extrañados por años.
Hoy se aleja el
velero en el que hace un tiempo una generación que crecía junta lo tripulaba y
lo peor ya se perdió en alta Mar y nadie lo puede alcanzar. Se ha marchado
hasta la señora que nos botaba la pelota de media cuando daba en el techo de su
casa.
Se nos ha ido la
libertad de una amistad cultivada por la pureza de niños. No pudimos detener el
tiempo y cada quien como dueño de su accionar voló y ya no nos queman el mismo Sol, no
jugamos a ver una Estrella fugas y pedir un deseo.
La ciudad ha
quedado sin el grupo completo de nosotros, solo nos vemos en navidad o en ocasiones
especiales y por poco tiempo. El barrio es una sinfonía desierta ante el crepúsculo
dormido por el adiós de sus hijos.
Si éramos los dueños de una
ciudad que abría para nosotros, si éramos una familia grande y unida, si éramos
felices en medio de precariedades, quien fue el de la idea motivadora de que algunos de los nuestros, provoque que el titulo de este escrito como sentir de todos se pregunte ¿Por qué
tenemos que separarnos?
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