Carlos Cepeda |
Autor Antonio-Sócrates-Regalado |
Se nos fue Carlos Cepeda, Carlitos, el inquieto e inteligente muchacho
que vivía en la calle 4 esquina 21 del Ensanche Bermúdez, el activista
social del Club Luz y Progreso y amigo entrañable, el investigador
cultural y periodista que penetró a círculos de poder en los días de su
brillantez como comunicador social de fuste y gallardía.
Quienes destacan más sus errores que sus virtudes, no conocieron al Carlitos que yo conocí, el Carlitos que tengo en el recuerdo es ese excelente estudiante que siempre obtuvo notas sobresalientes, es un expositor de los temas más preponderantes de América Latina y el Mundo en aquel tiempo, es el genio y conceptualizado jóven que al hablar encantaba y contagiaba a quienes le escuchaban, es el destacado profesional e intelectual, por lo menos esa fue la experiencia que en muchas ocaciones pude observar, es ese luchador por las mejores causas sociales de la nación junto al inmenso Aquiles Valdez, Nany Marrero, Fausto Lantigua, los hermanos Miguel y Andrés Farías, Nolberto Gómez, Hipólito Marrero, el intelectual Juan Torres, Ramón-Monchi-Rodriguez, Élido Reyes, Héctor-Papín- Dominguez, Nicasio Pérez, entre otros valiosos de la época en el Ensanche Bermúdez.
Es ese Carlos Cepeda el que conocí, el partidario del activismo politico por un país decente y justo para todos, que con su ejercicio como profesional del periodismo fue reportero asignado en el Palacio Nacional en el período presidencial 1978-82 del expresidente Don Silvestre Antonio Guzmán Fernández, y que amplió su servicio hasta los periódicos Última Hora y La Noticia, el que, como el poema de J.M. Serrat, "en su piel llevó el sabor amargo del llanto eterno", el que guarda en su hoja de servicio, haber sido encargado de prensa del Club Luz y Progreso.
El otro, el que provocó su muerte, el producto de una sociedad podrida e injusta en su cimiento, ese conjunto de personas que desde posiciones de poder destruye y cría cuervos con fines inconfesables, colectividad hipócrita, en urgencia de ser cambiada de arriba abajo, que le roba a la juventud su quimera para que no se haga adulta y próspera, con ese no me traté ni lo conocí.
Pero no por eso lo voy hacer leña ni tampoco lo voy apedrear, ni voy a justicar los errores en los que él incursionó, jamás, sino que me uno al mensaje de Cristo para personas como ese Carlos Cepeda que ya no está entre nosotros y que hay miles como él en la república y el mundo, cuando dijo: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores". Marcos 2:17.
El gran restaurador del ser humano, Jesucristo, nos muestra una experiencia de la misericordia a practicar con quienes atraviesan por necesidades especiales, lee la historia: "y Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más". Juan 7:1-9.
MARANATHA
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