Danilo Medina |
Autor FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES
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Los dominicanos tenemos que reconocer la
capacidad de estratega del presidente Danilo Medina quien es capaz de concitar
aplausos y aumentar su popularidad, presentando las críticas a la nefasta sentencia
168-13 del Tribunal Constitucional como un atentado a la soberanía de la nación.
Nadie, en su sano juicio, discute el
derecho soberano que tiene el país y sus autoridades a crear y aplicar las
leyes que consideren necesarias para regir
los derechos de nacionalidad y asuntos migratorios siempre que se
respete la Constitución y los derechos humanos.
Pero en el caso de la sentencia 168-13
del Tribunal Constitucional, se violó la Constitución y se irrespetaron los
derechos humanos de miles de ciudadanos dominicanos de ascendencia haitiana,
pese a las justificaciones jurídicas que
se les han querido dar a esta draconiana sentencia.
Los votos disidentes y razonados de las
juezas del TC, Isabel Bonilla y Katia Miguelina Jiménez, constituyen los
argumentos más sólidos en contra de una
sentencia que originó un drama humano que hasta el presidente Medina reconoció llegando
a pedir excusas a los afectados.
Como presidente respetuoso de las leyes,
no podía oponerse ni llamar a incumplir la
referida sentencia aunque en el fondo no estuviera de acuerdo con el espíritu
ni los alcances de la misma y por ello manejó su aplicación y el problema
migratorio con suma prudencia.
Esto molestó a quienes cubriéndose con
la bandera del nacionalismo, dan riendas sueltas a sus posiciones racistas y
discriminatorias contra los emigrantes haitianos y sus descendientes, ignorando
los aportes que han hecho y siguen haciendo a la producción agrícola y a la construcción.
Pero el Estado y las clases dominantes
son uno solo y por mucho que se patalee, acaban imponiéndose, incluso a un
presidente que como Danilo Medina, ha terminado defendiendo de manera
altisonante y distorsionante una sentencia que en el fondo de su corazón, sabe
abusiva e infame.
Hábilmente el mandatario dominicano
aprovechó las críticas del primer ministro de San Vicente y Granadinas, Ralph
Gonzalvez a la sentencia 168-13 para presentarlas como un atentado a la
soberanía de la República y arremeter contra quienes desde distintos foros, la
han criticado.
La II Cumbre de la CELAC en la Habana,
fue el escenario ideal para Medina lucirse como el paladín de la defensa de
nuestra soberanía, una soberanía que en ningún momento ha estado en
peligro como han hecho creer el
Presidente y los soberbios nacionalistas de nuevo cuño.
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