Por José Checo Estévez
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Algunos colaboradores cercanos al licenciado Danilo Medina están proponiendo al presidente Leonel Fernández un acuerdo electoral de cara a las elecciones presidenciales del año 2012. Entienden esos dirigentes que, si definitivamente, Leonel no va a intentar reelegirse, debe, por un asunto de unidad partidaria, apoyar las aspiraciones de quien, hasta hace poco, era su hombre y funcionario de mayor confianza. Quienes así piensan, no conocen las intríngulis de la política. Los acuerdos no deben condicionarse por presión o temor. Esta maniobra siempre ha generado resultados contraproducentes.
¿Sobre qué base podría el presidente apoyar a Danilo? ¿Sobre la base de la gratitud? Es decir, los que lo asesoran, o el propio licenciado Danilo Medina entienden que el hecho de que él lo propusiera para acompañar al profesor Juan Bosch en las elecciones de 1994, en calidad de candidato vicepresidencial, lo cual le permitió al doctor Fernández exhibir sus grandes dotes intelectuales y su capacidad de tribuno, para poder convencer a las masas de sus propuestas e ideas como ente pensante, con lo cual se garantizaba un espacio de gran magnitud en el parnaso político dominicano.
¿Es acaso la presentación de una factura por un gesto histórico? Un gesto que no tuvo su origen en el desprendimiento personal, sino más bien, en una estrategia de conservación de la figura e intereses políticos de Danilo, porque, el que ostentara esa candidatura confrontaría grandes dificultades, como ocurrió en 1990, cuando el profesor Bosch presionado por la lucha interna de su partido, de manera unilateral, escogió al empresario santiagués José Francisco Hernández.
Éste joven inexperto, pero con buena figura y relaciones empresariales, que atraía el voto de las mujeres, pero sin un back ground dentro del PLD, sin un dossier que lo avalara ante la comunidad morada, fue objeto del recelo y la insidia de los integrantes de un Comité Político, donde cada miembro estaba esperando su oportunidad para suceder al líder, ya limitado de salud por la edad y en un partido que tenía vocación de Poder. El desgaste del doctor Balaguer era obvio y el PRD, seguía dividido. Esta realidad política, impulsaba con brios inusitados, las aspiraciones de los más conspicuos dirigentes peledeístas para suceder a Bosch ya casi en el retiro.
Esa candidatura vicepresidencial de 1994, fue una oportunidad de oro para el doctor Fernández, quien la aprovechó al máximo y pudo exponer con libertad y claridad su visión del mundo. Su actitud sobria, paciente y con una educación esmerada, cautivó de inmediato a los electores. Los discursos de campaña que pronunció por toda la geografía nacional, ponían de relieve sus conocimientos sobre la política internacional y la realidad económica y social de la república dominicana, el dominio de esos temas, y su disciplina personal, lo catapultaron a los primeros planos del liderazgo nacional.
Este paso fulgurante por el escenario electoral, lo consagró como un elemento vital en los grandes eventos sociales de la nación. Pero muy especialmente en lo relativo al curso que ha tomado el PLD, después de la desaparición física del profesor Bosch. Los dominicanos y el mundo en general, vimos en el joven de Villa Juana, una estrella de inmensa capacidad y humanismo.
Fue por eso que cuando el PLD se ve forzado a presentar otro candidato presidencial en 1995, ante el retiro voluntario del profesor Bosch, al abrir una terna de tres aspirantes a representar la boleta presidencial del partido, donde figuraban el doctor Euclides Gutiérrez Félix, el finado Norge Botello y el joven Leonel Fernández, éste obtiene un resonante triunfo, al acumular el 97% de los votos de la base, constituyéndose desde ese preciso momento en el líder indiscutible del partido morado.
Un año más tarde, en 1996, al frente del llamado Pacto Patriótico, movimiento gestado por el fenecido licenciado Miguel Cocco, el doctor Marino Vinicio Castillo - Vincho-, Leonardo Matos Berrido, Guaroa Liranzo, Euclides Gutiérrez Félix y el ingeniero Diandino Peña, el doctor Fernández reafirma su ascendiente sobre el pueblo dominicano, al convertirse en presidente de la republica, venciendo en segunda vuelta a ese coloso de la política criolla, que se llamó en vida José Francisco Peña Gómez.
Hay una foto histórica que revela la importancia de ese momento, cuando en rodeado de una militancia reformista y peledeístas, el doctor Balaguer y el profesor Juan Bosch, colocados ambos a derecha e izquierda de Leonel, levantan la mano victoriosa de quien en lo adelante ha llevado sobre sus hombros el liderazgo de esas dos figuras de gran relieve en nuestra historia republicana.
Ya en el poder, el presidente Fernández desarrolla una eficiente labor gubernamental en todos los órdenes. Obras como los elevados de Santiago y la capital, impactaron sobremanera la conciencia nacional y la afirmación del mandatario de que haría de Santo Domingo un New York chiquito, caló en las masas y presentó una característica bien marcada entre el estilo de gobierno del doctor Balaguer y el hijo de Villa Juana.
En esta comparación, la manera desarrollista y moderna del presidente Leonel Fernández de gobernar, le sacaba la milla al de los reformistas. La eficiencia en el cobro de los impuestos, por ejemplo, determinó que el presupuesto del año 1996 fuera de 22 mil millones de pesos y en el 2000, fue de 44 mil millones. Claro, que esta modalidad de transparencia y tenacidad en el manejo de las aduanas y puertos del país, le generó al gobierno de Fernández, ronchas y disgustos, especialmente con el sector importador que pretendía seguir operando con grandes ventajas.
Durante todo ese cuatrienio, el licenciado Medina se mantuvo como la segunda figura del gobierno, ocupando la importante función de Secretario de la Presidencia, es decir, era la persona que manejaba la agenda del presidente y los secretarios de estados. Todos los cargos públicos fueron decididos por él y sus allegados. Pese a tener una buena aceptación dentro de la población, como no se lo permitía la Constitución, el presidente Fernández no participó en las elecciones del año 2000. Por su lado los reformistas, no conformes con el Pacto Patriótico, decidieron participar con candidato propio, llevaron a un doctor Balaguer nonagenario, pero con energía suficiente para discursos disidentes y acusatorios contra el gobierno peledeísta.
Fue el licenciado Medina quien representó los colores de la boleta del PLD, pero su desempeño electoral no fue positivo, ya que fue derrotado por el ingeniero Hipólito Mejía, quien compiló un porcentaje de un 49.76 %, seguido del doctor Joaquín Balaguer con un 25.1 %, y, en tercer lugar, el licenciado Medina, quien obtuvo un 24.76 %. En esta contienda, el licenciado Medina mostró poco arrastre y ascendencia hacia las masas, ya que compitió con un Balaguer ciego y con un Hipólito parlanchín y desafiante que arengaba con amenazas y frases toscas a la población.
Pese a que por ley se debía ir a una segunda ronda, el doctor Balaguer, molesto con el partido y sus dirigentes, a los que había patrocinado cuatro años antes, les puso el mote de ¨Comesolos¨, y se negó a participar en ella, alegando que la nación no estaba en condiciones de incurrir en más gastos de campaña, decretando de esa forma el triunfo de Hipólito Mejía en primera vuelta.
En el año 2003, es el doctor Jaime David Fernández Mirabal el que le disputa a lo interno del PLD la candidatura presidencial al doctor Leonel Fernández. Pero a pesar de pertenecer a una familia con linaje patriótico, y de tener una gran aceptación del pueblo por haber desarrollado una gran función como vicepresidente de Leonel, éste lo aplasta con el peso de su incipiente liderazgo, y cuando computan los porcentajes de ambos, Jaime apenas obtiene un 11.75% contra un 88.99 del exprofesor universitario. Cuando los jaimistas quisieron argumentar fallos en el sistema de votación, la voz de Danilo acalló esos escarceos, afirmando que todo había sido transparente.
Sigo narrando estos episodios históricos muy conocidos por los dirigentes de los tres partidos, pero ignorados u olvidados por la inmensa mayoría de las nuevas generaciones, a fin de que comprendan el por qué de mi afirmación de que el presidente Fernández no tiene que pactar de manera obligatoria con el licenciado Danilo. Que esa estrategia de presión y golpeo, es a todas luces equivocada e inapropiada, si lo que se quiere es llegar a una negociación para evitar grandes dificultades internas ante el reto que implica para el PLD, las elecciones del 2012.
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