Por Fernando Rodrίguez Céspedes
El fallido atentado criminal y posteriores intentos de agresión contra el abogado santiagués José Jordi Veras Rodríguez, pone en evidencia el poder que ha alcanzado en nuestro país el sicariato como modalidad criminal y lo indefensa que se encuentra la sociedad contra quienes auspician y ejecutan crímenes por encargo.
Jordy Veras
La salida forzosa del país del joven profesional de derecho junto a su familia para la preservación de su integridad física, pese a las previsiones de las autoridades para protegerlo, dejan al descubierto al mundo el estado de inseguridad en que vive una sociedad digna de mejor suerte.
La agresividad con que se presentaron a su casa el pasado jueves 4 de este mes cinco individuos a bordo de dos vehículos preguntando al policía asignado a su custodia si se encontraba en el lugar, no deja dudas de que si lo hubieran encontrado en el lugar, de seguro lo asesinan.
Coincidencialmente, ese mismo día el padre de Jordi, el doctor Ramón Antonio Veras (Negro), recibió informes precisos de una nueva trama para asesinar a su hijo. Alertó de nuevo a las autoridades quienes reforzaron la seguridad, lo que sin dudas, contribuyó a que otro atentado criminal no se ejecutara el sábado 6 de noviembre pasado.
Ese día, en horas de la mañana, un individuo armado con evidentes intenciones criminales se le acercó a Jordi mientras este se encontraba de compras en un supermercado, siendo interceptado por un custodia que se percató de la acción. El sicario salió raudo del lugar y abordó un vehίculo que lo esperaba en el parqueo.
Estas acciones, al criterio de Negro Veras, están concatenadas al atentado de 2 de junio y bucan completar “el trabajo” inconcluso para poder cobrar la suma acordada entre los sicarios y el autor intelectual (se habla de un millón y medio de pesos). Desde el mismo 2 de junio el prestante jurista ha expresado saber quien es autor y los motivos que lo mueven.
El acongojado padre expresa que su corazón ni sus casi 45 años de ejercicio profesional lo engañan. Solo faltan atar algunos cabos sueltos para que todos los responsables del atentado contra su hijo caigan. Esa es su esperanza y la de un pueblo que ve con horror cómo se pierde el valor de la vida en esta sociedad.
El reputado luchador por las libertades públicas se queja con amargura de las motivaciones pasionales que algunos han querido atribuirle al atentado y considera que el tiempo es el mejor aliado de la verdad. Califica la agresión como una respuesta a la honradez y seriedad con que su hijo ha ejercido el derecho.
A propósito del ejercicio profesional de su hijo, se recuerda el caso llevado por este contra el poderoso empresario santiagués Adriano Román Román quien había ultrajado y torturado a su ex esposa Miguelina Llaverίas en una finca de su propiedad en el año 1978 sin que las autoridades judiciales lo condenaran debido a su influencia.
Pasado el tiempo, el dos de octubre del 2005, el referido empresario contrató a la agencia de detectives y sicariato de los hermanos Carela Castro (envuelta hoy en un escándalo mayúsculo de filmaciones ilegales, chantajes y extorsión) para la ubicación y asesinato de la señora Llaverίas quien recibió un balazo en la cara, pero al igual que Jordi, sobrevivió.(Coincidencialmente ambos fueron heridos en la cara un dίa dos).
En este caso, Jordi se constituyó en abogado de la vίctima y demostró ante los tribunales la responsabilidad intelectual del señor Román quien fue condenado a 20 años de prisión junto a sus secuaces. Hace un tiempo pretendió salir de la cárcel alegando su avanzada edad lo que fue denegado por oposición legal de Jordi Veras.
Dados estos antecedentes, las autoridades investigan e interrogan intensamente al señor Francisco Carela Castro quien al ser apresado pidió negociar con la fiscalía de Santiago su libertad y la de su hermano Engels Carela Castro condenado a 20 años de cárcel por su participación en el atentado contra Miguelina Llaverίas.
Aseguró a las autoridades poseer un video sobre el atentado a Jordi Veras que identifica a sus autores. Esta revelación dirige el foco de investigación hacia la compañίa de detectives y sicariato de los hermanos Carela Castro y hacia uno de sus clientes más importantes, el empresario Adriano Román Román.
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