Por: José Jordi Veras Rodríguez
Luego de las elecciones congresuales y municipales que finalizaron dieron la lectura de lo que ha sido una Victoria aplastante de parte del gobierno y los candidatos oficialistas y aliados.
Existen muchos factores que influyeron en la ganancia para el oficialismo, desde el uso de los recursos del poder y del Estado, hasta desmotivar el voto en el mismo fin de semana de la votación.
Ahora bien, lo que nos interesa no es analizar el gano o perdió, sino sobre lo que nos corresponde a cada ciudadano por hacer de este país una real nación. Un país que se convierta y funcione como Estado y no una entelequia o una caricatura de ello.
Un país donde real y efectivamente sirvan para algo las instituciones, ya que la personalidad, el poder, el caudillismo y los recursos materiales y económicos, hacen sucumbir a cada momento el efecto de la institucionalidad.
Debemos entender a comportarnos como ciudadanos y no como parias, entes aislados, dejemos de ser isleños hasta en nuestra forma de pensar y actuar. Si no asumimos un compromiso de ser hombres y mujeres por cosas mejores, un cambio, dejar el status quo atrás en lo que nos viene perjudicando hace más cuarenta y cinco años.
Debemos dejar de pensar como individualistas y ser una sola mano, un solo cuerpo luchando por los mismos objetivos, sin importar si usted es rojo, azul, blanco, amarillo, entre otros, lo único que debe importar, que si un color determinado lo hace mal, esta incorrecto y debemos condenarlo y tratar de que no ocurra que se impongan las leyes y las reglas, no el apellido, el abolengo social o político, o la posición económico y de otra índole.
No es posible que sigamos decidiendo el destino de un país que buscar llegar a ser nación en dos partidos o tres, sino buscamos cambiar las cosas, seguiremos ahondando en la descomposición social y estaremos inmersos en un círculo vicioso y nuestros hijos e hijas vivirán en un estercolero.
Somos de los que creemos que el actual sistema electoral es injusto, imperfecto por demás, no igualitario, no representativo y no es equitativo.
Es además sumamente caro y cada dominicano y dominicana está pagando con sus impuestos por algo que no le funciona adecuadamente y por lo cual no tiene una real representación. No son los politiqueros, ni los que viven alabando el indicado forma de votación como bueno, los que se perjudican, no ellos, muy por el contrario, son los que medran y pueden nadar como están las aguas, con el oportunismo, el clientelismo, la corrupción y la impunidad d esta última.
Es cierto que no podemos sentirnos satisfechos con el sistema electoral que tenemos. Ahora bien, como podemos cambiar esta trampa, sino es yendo a las elecciones y votando contra todo lo que hemos visto en los cuarenta y cinco años que hemos tenido o lo que hemos visto en los pasados quince años sino es derrotando a los menos malo, a los malos y muy malos sino es con sus propias reglas de juego.
No creas amigo y amiga lectora que todo cuanto han obtenido los que se vienen aprovechando del poder en todo el sentido de la palabra, nos van a regalar, a todo el que quiere un GRAN CAMBIO, las conquistas que necesita este pueblo en sentido general. Mayor educación y un real desarrollo, basado sobre pilares firmes y fuertes, donde se respete al hombre y la mujer, como ser humano y se respeten las reglas de juego y las leyes. Hacer una dictadura de la ley que no ve y contempla amigos, amigas, un cargo, una fortuna o una posición, sino el valor del ser, si es honesto, honesta, responsable, su moral e integridad, entre otros.
La opción del ninguno hubiese sido una oportunidad para una gran parte ciudadanos que no estamos de acuerdo con lo funciona como sistema electoral.
Al igual como existen en otros países, como Colombia y España, sin embargo, esto no fue aceptado por la Junta Central Electoral, porque a nuestro modo de ver, hubiese sido terrible los resultados para quienes piensan que la forma de votación y el sistema mismo, funciona. Sin embargo, esto no se podrá contabilizar más allá que de votos nulos.
Lo mismo que la abstención, el que no se levantó o fue a votar, si bien muestra su inconformidad y no posee una opción viable, es la única vía que le han dejado a esa parte para demostrar y cuantificar el descontento con el sistema de partidos y de elección que cada momento se vuelve menos creíble.
Debemos lograr que las reglas de juego sea modificadas, esto no será obra fácil, sino titánica, porque es arrancarle el método de riqueza y posicionamiento a quienes ostenta los poderes.
No es imposible, lo será sino no nos empoderamos y hacemos lo que cada quien como ciudadano, ciudadana, hombre, mujer, chiripero, profesional, comerciante y empresario, pensemos como nación y dejemos las mezquindades, veleidades, el individualismo y la falta de compromiso.
De no asumir y luchar por algo distinto e ir creando opciones nuevas no podremos crear algo mejor a nuestros hijos e hijas, hagamos que sea posible. Trabajando como la hormiga, de a poco, pero constante y con objetivos unificados, ser diferente a más de lo mismo.
No veamos la solución en unas elecciones determinadas, trabajemos y eduquemos al pueblo para algo duradero, firme y sostenible. No sigamos permitiendo mayores burlas como las vistas. Sí se puede.
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