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sábado, 29 de mayo de 2010

Elegía a la enfermera del barrio

A Miriam Barrera Gautreaux

Por Aquiles Julián


Crecí testigo de los pequeños heroísmos cotidianos de mamá
La incertidumbre del pan la hacía aferrarse a Dios. Él proveerá, decía
Y de maneras que rozan el milagro Dios no la defraudó.


MIRIAM BARRERA GAUTREAUX, MI MADRE

Mi madre, mientras tanto era la médico consejera asistente del barrio que iba a consultarle porque mi madre no cobraba consulta y miraba a sus vecinos con ojos de misericordia (mientras hacía memoria de sus días en la Clínica Internacional como enfermera, y hablaba del doctor Molina  y otros fantasmas de los años 50).

Año tras año ella movía su artillería de vida (ante la aguja diminuta vi temblar los violentos)

Mamá era la reina de las inyecciones , la que ponía a los comecandelas



a desmayarse. Señora del bencetazil y el antibiótico



del complejo B hierro y todo tipo de inyectable



de casa a casa por el barrio que aprendió de memoria sus pasos y los vio encorvarse



volverse inseguros, caminar de aquí a allá



Las calles de Villa Faro la vieron envejecer junto a sus jeringuillas



Un día el cabildo le hizo un reconocimiento:



a mamá le dieron una placa frente a sus hijos, en un parque y a ella



que se suponía endurecida por el arduo ejercicio de la enfermería,



se le anegó el corazón



El pétreo corazón de una enfermera habituada a lidiar con el dolor humano



crujió y se astilló en lágrimas



Allí estaba mamá: enfermera, doctora, trabajadora social,



la que escuchaba las cuitas de chulos infectados y les inyectaba el bencetazil prescripto



la que hacía las visitas de rigor, su apostolado ambulatorio



en aquel viejo Villa Faro que perdió sus límites,



temblando emocionada junto a sus hijos, la gente de aquel barrio diciéndole te quiero.



Cuando mi hermano me llamó y me dijo así, a secas, “Mamá murió”



yo estaba convencido de que era inmortal



Aquella viejecita tendida y silenciosa



¿a quién ahora en el cielo estará inyectando? ¿Quién te necesitaba allá, mamá,



que nos dejaste? Y todo el barrio que ya era tu familia



te lloró, fue contigo y te rindió homenaje.



Vieja Miriam Barrera de inyecciones a crédito



hospitalaria y frágil y entregada a los otros



Sé que camino al cielo ya te habrás detenido: alguien necesitaba de ti y tú acudiste.



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