Grisbel Medina
Santiago
En nuestro país, el Día de las Madres varía de fecha pero nunca de domingo. A ellas, en esta parte del mundo les reservamos el último domingo del mayo de lluvias y flores. Esta vez cae 30 la fecha dedicada a las progenitoras.
La vena comercial tan dada a aprovechar brechas para engordar sus bolsillos, improvisa escaparates para rosas, envolver regalos y cobrar obsequios encargados para halagarlas. Pero, más allá de las 24 horas del domingo de madres, permanecen ellas con el cariño intacto, con amor y fuerza para cultivarse, para quebrar estereotipos, luchar por ellas para ser mejores para la descendencia; para amar bien, guerrear con la pobreza y batallar en las batallas que haga falta.
Bentodina Jiménez, una madre del Norte, asegura que madres “son aquellas que asumimos como un extraordinario milagro, el don de sostener la vida, traerla al mundo con un coraje que violenta los parámetros de la lógica, con un paso indescriptible del dolor a la gratificación del alma. Somos madres cuando saboreamos con gusto esta sublime responsabilidad que nos preñó de amor”.
En Acción Callejera
Psicóloga, educadora y directora de Acción Callejera, donde trata con dignidad a poblaciones vulnerables, no duda en confesar que ser madre “es la experiencia más extraordinaria que he vivido”. Al divorciarse, Bentodina no varió su criterio: “todo lo contrario, entendí que mi rol de madre tendría un peso determinante en la vida de mis hijos”.
Su camino no es un sendero de pétalos y tules. Bentodina ama incondicional- mente su “parejita”, Priscilla y Eduardo, y deja claro que “lo que haya podido darles, no ha sido una tarea de sacrificios, es un enorme placer”. Ah, sonríe orgullosa al mirarles ahora como humanos felices que, en sus palabras, “han aprendido a tener fe, a ver sus posibilidades por encima de sus limitaciones, a ser creativos, a mirar la gente con respeto y por supuesto a disfrutar de la vida como un regalo de Dios que merece ser vivida plenamente”. Siempre les dice que les ama tanto que si llegasen a necesitar su corazón para vivir, no lo dudaría.
En Acción Callejera, Bentodina asiste a niños y niñas alejados del calorcito y afectos del hogar, la comunidad y la escuela. En el edificio de la calle Del Sol recibe y trata de usted a infantes y adolescentes que trabajan en la calle, que soportan la amargura de saltar entre los odios de las esquinas.
Dice que sin afecto no es posible trabajar con niñez, pero hay que saber que la idea no es confundir ni sustituir esta persona tan importante.
Madre íntegra de montecristi
Amor, ternura, dedicación, paciencia, perdón, apoyo, educación, esfuerzo; consejera, generosa, virtuosa, entre otras cualidades, son el conjunto de valores que matizan el rol de doña Livia Perdomo de Peña, una madre íntegra, satisfecha de sus logros, los que califica como una bendición divina.
Sobran las razones para que doña Livia se sienta una madre realizada, pues su mayor satisfacción es haber levantado a una familia de cinco hijos e hijas, fruto de su matrimonio con el combatiente antitrujillista, empresario apícola y publicista Alejandro Peña Navarro. Toda su prole ha alcanzado el nivel profesional: Milka Cecilia es estomatóloga; José Alejandro (Hijo), licenciado en informática; José Ernesto, arquitecto; Hindred Arturo, con maestría en administración de empresa es también licenciado en informática y el benjamín, José Alfonso, graduado en ingeniería civil.
“Las madres, si se lo proponen, pueden lograr la realización de sus hijos e hijas, imagínense el sacrificio que nos costó que ellos llegaran a ser profesionales”, comenta con gozo y humildad quien ha visto sus metas realizadas sin pisar las de otros, llevando a término las decisiones correctas y cambiando a su favor las situaciones más adversas de la vida.
Con más de siete décadas de vida, doña Livia conjuntamente con su esposo, lleva una vida entera dedicada al comercio y consagrada a su familia, que regularmente se reúne en fechas especiales.
Madre, reina de coronas múltiples
Jiménez es la madre que apoya a la infancia y adolescencia que trabaja en las calles. A su juicio “no debieran ser niños y niñas de Acción Callejera, sino todos los que esperan respuestas oportunas e integrales a sus condiciones particulares. Son nuestros muchachos y muchachas.
República Dominicana es nuestra niñez y adolescencia la que está en las calles lejos de sus familias, escuelas y comunidades”.
“Me gratifica llegar cada día y recibir su afecto, sus sonrisas, abrazos, su respeto y alguna confidencia de sus odiseas de vida. Me suman la energía suficiente para amar lo que hago, soy afortunada por ello”, confiesa.
En sus palabras: “Canalizar tanta energía en lo que hago me pone algunas veces contra la pared y en varias ocasiones me cuestiono por los momentos en lo que procurar la garantía de derechos de unos violente los derechos de otros, en este último caso los de mis hijos”.
De la provincia Valverde
El historiador y educador maeño Francisco Bonilla (Quiquito) la definió como mujer valiosa, madre ejemplar, noble, carísima amiga y abnegada maestra de nuestro pueblo. Es Flérida Matías viuda Núñez, una mujer conversadora, dueña de la energía que disfrazan sus 75 años.
Es en extremo cariñosa. Cree firmemente en Dios, pertenece a las Asociadas de las Hermanas del Perpetuo Socorro y voluntaria en la iglesia. Desde muy joven se dedicó al magisterio donde educó y brindó amor a niños y niñas durante 50 años. En esas aulas se convirtió en tía, abuela y mamá de la niñez necesitada de amor. Su sensibilidad se reflejó en extender su mano solidaria.
“No podía ver a nadie con necesidades, siempre trataba de resolver”, manifesta.
Templo de cuatro varones
Doña Flérida formó una familia de cuatro hijos, que con interés, amor y entrega, se hicieron acreditados profesionales del derecho y la Teología: Freddy Omar, Freddy Alberto, Freddy Amín y Enriquillo Francisco (Padre Pepe). No hay un día en que sus hijos no pasen por casa. Incluso el Padre Pepe, quien reside en Roma, la llama fielmente cada domingo.
“Mis hijos siguen siendo mis niños, aunque sean hombres… aquí comen y se les lava la ropa”, dijo con una gran sonrisa. “Me siento muy contenta de ser madre, no quiero vanagloriarme, pero mis hijos han sido excepcionales”, cuenta orgullosa. Ella les inculcó el amor por los demás, pero primero a Dios, tanto así que su hijo menor es sacerdote.
Con su ejemplo y comportamiento los enseñó a servir, acción que más admira de ellos. Sus dos tandas de clases y servicio religioso no impidieron que se dedicara a criar sus hijos, acto que definió como un reto. Lo que más lamentaba era separarse de ellos para irse al trabajo.
Aconseja a las madres de hoy a no enfocarse en lo material sino en lo afectivo. “Que sean tolerantes y amorosas. A los hijos hay que darles mucho cariño”, afirma doña Flérida.
Recuerda sus embarazos, especialmente el primero, pues con noventa libras se enteró de que eran mellizos.
MUJER Y MADRE EMPRESARIA
Eunice Cabreja es sinonimo de emprendurismo. De sus padres heredó habilidades para el comercio y en la universidad conquistó el titulo que le permite administrar con notable acreditación. Es presidenta de Comercial Cabreja, empresa dedicada a la comercialización de materiales de construcción.
Madre de dos hijos, Nabil y Kalil de ocho y seis años, Eunice es una madre y empresaria exitosa dentro y fuera de su hogar. Reconoce que la vida es un equilibrio entre los compromisos personales y los menesteres laborales. Se alegra que el desempeño en la compañía no la haga cojear en el plano familiar.
Ama a sus hijos y está agradecida de Dios por la bendicion de contar con el amor y los abrazos de sus principitos.
Nació en el municipio de Pimentel de la provincia que honra a Juan Pablo Duarte. Eunice ama lo que hace y no esconde su empeño en que cada vez, sus congéneres, ocupen los puestos jerárquicos que por justicia le corresponden a mujeres de reconocida valía y trabajo.
Como presidenta de la empresa que opera como centro de acopio para la región Nordeste, Cabreja ha logrado, en dos décadas laborando en el sector ferretero, acumular el crédito de compañías que han sido soporte de su organización. Está casada con Bolivar Piña con quien procreó, “mi razón de ser, mis hijos”. Fue reconocida como Empresaria del Año.
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