Autor Antonio (Sócrates ) Regalado |
En
el libro de Marcos 11:15-18 se narra una historia bíblica que muestra
una enseñanza para estos tiempos muy interesante, a continuación la
historia:
15 Vinieron,
pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera
a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los
cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno.
17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
18 Y
lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo
matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba
admirado de su doctrina.
Jesús
decidió expulsar a los mercaderes del templo por el negocio que estaban
haciendo del cambio de moneda extranjera a la moneda aceptada en el
templo y porque estaban profanando el estado de santidad que debía ser
observado en el templo, "¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones." Proclamó Jesús.
Al
oirlo las autoridades de la época "buscaban como matarle". Todo el que
quiera hacer algo bueno por su nación siempre lo van a querer quitarlo
del medio.
Jesús
"volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los vendedores de
palomas". Un templo concebido para la oración había sido corrompido
negociantes convirtiéndolo en una cueva de ladrones, pero Jesús actuó a
tiempo y puso la casa en orden.
Es
posible, algún día o quien sabe, que miremos algo parecido en el
escenario de la política, que la justicia divina decida volcar las mesas
y las sillas de los mercaderes que han hecho de algo tan noble como lo
es la política un negocio, una cueva de ladrones, que distorsionan el
ejercicio del verdadero sentido de algo tan sublime y hermoso.
Una nueva generación de servidores públicos podría surgir para honrar y dar honor a la nación en materia de gobernabilidad.
En el libro de Marcos 11:15-18 se narra una historia bíblica que muestra
una enseñanza para estos tiempos muy interesante, a continuación la
historia:15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo,
comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y
volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían
palomas;16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando
utensilio alguno.17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa
será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la
habéis hecho cueva de ladrones.18 Y lo oyeron los escribas y los
principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo,
por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.
Jesús decidió
expulsar a los mercaderes del templo por el negocio que estaban haciendo
del cambio de moneda extranjera a la moneda aceptada en el templo y
porque estaban profanando el estado de santidad que debía ser observado
en el templo, "¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración
para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones." Proclamó Jesús.
Al oirlo las autoridades de la época "buscaban como matarle". Todo el que quiera hacer algo bueno por su nación siempre lo van a querer quitarlo del medio.Jesús "volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los vendedores de palomas". Un templo concebido para la oración había sido corrompido negociantes convirtiéndolo en una cueva de ladrones, pero Jesús actuó a tiempo y puso la casa en orden.
Es posible,
algún día o quien sabe, que miremos algo parecido en el escenario de la
política, que la justicia divina decida volcar las mesas y las sillas de
los mercaderes que han hecho de algo tan noble como lo es la política
un negocio, una cueva de ladrones, que distorsionan el ejercicio del
verdadero sentido de algo tan sublime y hermoso. Una nueva generación de
servidores públicos podría surgir para honrar y dar honor a la nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer