Bill De Blasio |
POR FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES |
Paradójicamente, la desafortunada petición
del alcalde de Nueva York, Bill De Blasio para que los norteamericanos
se abstengan de venir de turistas al país, en represalia por la
aplicación del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, más que mal hizo bien pues
activó, sin distingo de banderías políticas, el sentimiento nacionalista de los dominicanos aquí y en el
extranjero.
El primero en reaccionar fue el embajador
dominicano en Washington, José Tomás Pérez quien, en carta pública a
De Blasio, hizo una ardorosa defensa de nuestro país y
su derecho de aplicar las leyes migratorias, como lo hacen los propios Estados Unidos y todos
los países del mundo, lo que motivó una serie de reacciones a favor de la República Dominicana.
Las declaraciones del alcalde neoyorquino activaron, además, a la Cancillería Dominicana que se reunió
con el cuerpo diplomático acreditado en el país e instruyó a todos sus embajadores a
explicar en los distintos escenarios donde se desempeñan y a las distintas
organizaciones y foros internacionales, la esencia y alcance del Plan
Nacional de Regularización de Extranjeros.
Esta campaña debe seguir, recordándole al
mundo, como hizo José Tomas Pérez, la solidaridad demostrada por la República Dominicana en los
funestos momentos que vivió nuestro vecino Haití con la desgracia del terremoto que en el 2010 destruyó gran parte del país,
donde acudimos primero que
cualquier otra nación, solidariamente con todas clases de ayuda.
Todos los dominicanos, aún los que criticamos
la ley 168-13 del Tribunal Constitucional, debemos defender, sin condiciones, a nuestro país y la
correcta aplicación del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros frente a quienes desde tribunas
extranjeras y posiciones populistas, pretenden que el país cargue solo con la desgracia del
pueblo haitiano y renuncie a sus derechos de soberanía
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