POR FERNANDO RODRĺGUEZ
CÉSPEDES
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Si pudieran crucificarlo, con gusto lo harían al compás de
tambores de guerra, personas que, poco antes de su decisión de vetar la ley que
declara loma Miranda parque nacional, exaltaban
las virtudes del presidente Danilo
Medina, buscando comprometer su decisión en torno al mamotreto jurídico o "papa
caliente" puesto en sus manos por
el Congreso Nacional.
El presidente tiene el deber de cumplir y hacer cumplir las
leyes, independientemente de sus simpatías personales. Debe cuidar el
ordenamiento jurídico y la constitución de la República aún a costa de su
popularidad y eso hizo al vetar una ley
cuyas observaciones fueron acatadas dócilmente por quienes la emitieron a sabiendas
de su inconsistencia jurídica.
La situación creada me recuerda la elaboración de expedientes
deficientes por parte de la Policía o el Ministerio Público cuando tienen
interés de que el sometimiento se caiga en la justicia, de esa manera, el juez
resulta ser "el malo de la película." Conociendo la política nuestra,
no se puede descartar que esa haya sido
la intención para afectar la popularidad del Presidente.
Pese al percance, creado por la situación, el average de Danilo Medina como presidente sigue siendo
bueno y su motivada decisión de vetar la ley que convertiría a Loma Miranda en
Parque Nacional, va acompañada de la garantía de que en su gobierno no habrá explotación
minera sin que se ajuste estrictamente a las normas internacionales en la materia
como sucede, por ejemplo, en Chile, Perú y Ecuador.
En lo personal hubiera preferido la declaración simple y
llana de Loma Miranda como parque nacional, pero entiendo las deficiencias
jurídicas de la ley y la correcta actitud del Presidente cuya responsabilidad
ante casos como Bahía de la Águilas y la renegociación del contrato con la
Barrick Gold, me inducen a otorgarle un
voto de confianza.
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