Más que al presidente Evo Morales y a Bolivia, la prohibición de
Francia, Italia, España y Portugal impidiéndole sobrevolar sus espacios aéreos,
constituye una agresión a los países latinoamericanos.
Sobre todo cuando una decisión tan drástica
y peligrosa para la vida de los tripulantes del avión presidencial, fue tomada
en base a especulaciones que, como se comprobó, carecían de fundamentos.
Aún en el caso de que el ex analista de inteligencia de la CIA Edward Snowden viajara con el presidente Morales se
justificaba una medida que pudo haber
terminado con la trágica muerte de todos los que viajaban en la nave.
Viendo este tipo de situación, uno
entiende los palos a ciegas que en materia de seguridad vive dando los EEUU de
Norteamérica, porque, cómo es posible que se confundiera y desatara una cacería
de brujas en base a la suposición de un hecho fácilmente comprobable?.
De las naciones agresoras, España se
adelantó, vía su canciller José Manuel García Margallo, a desmentir que cerrara
su espacio aéreo aunque admitió que pidió a Evo Morales que lo invitara a
tomarse un cafecito en el interior del avión lo que dignamente rechazó el
mandatario por entender que se buscaba con esto chequear el interior del mismo.
Alegan, en su defensa, que fue en las
españolas Islas Canarias donde se abasteció de combustible la nave ocupada por
el presidente Morales, luego de llegar en escala desde Viena, donde permaneció retenida
por 13 horas ante la correcta negativa del primer ejecutivo a la revisión de la nave.
Con justificada indignación, la OEA (que
pidió una disculpa pública a los agresores), y varios presidentes
latinoamericanos se han pronunciado contra la arbitraria medida de las naciones
europeas. Entre estos se encuentran Nicolás Maduro de Venezuela, quien ofreció
asilo al ex espía Snowden, Daniel Ortega de Nicaragua, quien hizo lo mismo, y
la argentina Cristina Fernández de Kirchner.
Esta última expresó que Bolivia y su
presidente fueron humillados y creo, por
el contrario, que los que se humillaron con su accionar fueron los países que
por servilismo ante los EEUU, se atrevieron a agredir a un presidente libremente
escogido en una nación soberana.
Lo cierto es que al margen de cualquier consideración
y las consecuencias de este vergonzoso hecho, se ha cometido un atentado contra un jefe de Estado que si no se rechaza
con el vigor necesario, pudiera repetirse en el futuro contra cualquier otro
presidente de esta región tradicionalmente saqueada y discriminada por los
arrogantes países de Europa.
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