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miércoles, 15 de agosto de 2012

Una decisión soberana

Escribe desde Nueva York Luis Alfredo Collado
Por Luis Alfredo Collado.-Los recientes inconvenientes surgidos por los predios de la familia de Casandra Damirón y Acroarte pone de manifiesto el nivel de intolerancia y poco agradecimiento que le tiene la descendencia de la Soberana a la Asociación de Cronistas de Arte, que por 28 años ha mantenido viva la memoria de esa gloria del arte nacional, al dedicarle la máxima premiación para reconocer y destacar el talento artístico criollo que se realiza en el país.
 
Algunas de las alegaciones de la familia Damiron puede que sean justas desde su punto de vista e interés familiar, pero ellos deben entender que por el hecho de que el premio lleve el nombre de su madre no tienen derecho a controlar lo que allí se haga.
 
Además si ellos reclamaron el 25% del dinero que produzca la premiación, se ve que su propósito va mas allá de que se retome el origen de los premios como alegan en su comunicado.
 
Fue muy coherente la decisión de Acroarte de aprobar el cambio de nombre, así no tendrán que recibir ningún tipo de presión de la familia de Casandra, que evidentemente es muy mal agradecida porque gracias a los cronistas de arte el nombre y la memoria de su madre se ha mantenido vigente por casi 30 años.
 
Consideramos que sus exigencias son hasta un poco caprichosas, pues en el tiempo que se inició la premiación, no existían algunos ritmos que hoy tienen mucha difusión en el país y que en ocasiones parecen sobreponerse al merengue que en 1985 era el plato fuerte del Casandra.
 
Acroarte, no puede hacer una exhumación de los restos de Casandra en cada ceremonia, tampoco puede dedicarse a repetir lo que ya todo el mundo sabe de la soberana, los tiempos han cambiado, por eso el concepto y la producción hay que adecuarlos a este tiempo aunque la esencia siga siendo la misma.
 
Ojalá y que Acroarte no le vuelva a poner el nombre de otro difunto a su premiación, por mas méritos y trayectoria que haya tenido, eso podría volver a repetir el conflicto que han creado los familiares de Casandra Damiron, debieran buscar un nombre relacionado con la institución que no genere inconvenientes.
 
De todo este embrollo los grandes perdedores han sido  Luisa Rivera Damirón de Noboa, José E. Rivera Damirón y Andrés J. Moreta Damirón,  que solicitaron el retiro del nombre, desde ahora en adelante el nombre de Casandra Damirón pasará al olvido igual que otras luminarias del arte y el folclor dominicano que ya nadie menciona.
 
La premiación seguirá con todo su esplendor aunque le pongan el nombre que le pongan, lo que cuenta es la producción y el respaldo popular y eso aumenta con cada entrega.
 
Probablemente no  tendrá ningún efecto  la instancia depositada por los abogados, Víctor Emilio Santana Florián, Ariel Cuevas ,Néstor de Jesús Laurens, Manolo Sánchez , Juan Pablo  Santana Matos y Yovanny de León, en representación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), el  Colegio Dominicano de Periodistas (CDP)  y la Fundación Enriquillo de Oro, de Barahona y en contra de Acroarte para que mantenga el nombre de la premiación.
 
Si bien es cierto que el nombre de Casandra Damirón, es del pueblo como alegan los que elevaron el recurso judicial y no propiedad de la familia, tanto los abogados barahoneros y las seccionales del CDP, SNTP y la Fundación Enriquillo de Oro, parece que desconocen que legalmente la familia Damirón le asiste el derecho de hacer lo que quieran con ese nombre hasta que la artista cumpla 50 años de fallecida y pase al dominio público, esto conforme a la interpretación de la ley.

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