Escribe desde Nueva York Luis Alfredo Collado |
Por Luis Alfredo Collado.-Los recientes
inconvenientes surgidos por los predios de la familia de Casandra
Damirón y Acroarte pone de manifiesto el nivel de intolerancia y poco
agradecimiento que le tiene la descendencia de la Soberana a la
Asociación de Cronistas de Arte, que por 28 años ha mantenido viva la
memoria de esa gloria del arte nacional, al dedicarle la máxima
premiación para reconocer y destacar el talento artístico criollo que se
realiza en el país.
Algunas de las alegaciones de la familia
Damiron puede que sean justas desde su punto de vista e interés
familiar, pero ellos deben entender que por el hecho de que el premio
lleve el nombre de su madre no tienen derecho a controlar lo que allí se
haga.
Además si ellos reclamaron el 25% del
dinero que produzca la premiación, se ve que su propósito va mas allá de
que se retome el origen de los premios como alegan en su comunicado.
Fue muy coherente la decisión de Acroarte
de aprobar el cambio de nombre, así no tendrán que recibir ningún tipo
de presión de la familia de Casandra, que evidentemente es muy mal
agradecida porque gracias a los cronistas de arte el nombre y la memoria
de su madre se ha mantenido vigente por casi 30 años.
Consideramos que sus exigencias son hasta
un poco caprichosas, pues en el tiempo que se inició la premiación, no
existían algunos ritmos que hoy tienen mucha difusión en el país y que
en ocasiones parecen sobreponerse al merengue que en 1985 era el plato
fuerte del Casandra.
Acroarte, no puede hacer una exhumación
de los restos de Casandra en cada ceremonia, tampoco puede dedicarse a
repetir lo que ya todo el mundo sabe de la soberana, los tiempos han
cambiado, por eso el concepto y la producción hay que adecuarlos a este
tiempo aunque la esencia siga siendo la misma.
Ojalá y que Acroarte no le vuelva a poner
el nombre de otro difunto a su premiación, por mas méritos y
trayectoria que haya tenido, eso podría volver a repetir el conflicto
que han creado los familiares de Casandra Damiron, debieran buscar un
nombre relacionado con la institución que no genere inconvenientes.
De todo este embrollo los grandes
perdedores han sido Luisa Rivera Damirón de Noboa, José E. Rivera
Damirón y Andrés J. Moreta Damirón, que solicitaron el retiro del
nombre, desde ahora en adelante el nombre de Casandra Damirón pasará al
olvido igual que otras luminarias del arte y el folclor dominicano que
ya nadie menciona.
La premiación seguirá con todo su
esplendor aunque le pongan el nombre que le pongan, lo que cuenta es la
producción y el respaldo popular y eso aumenta con cada entrega.
Probablemente no tendrá ningún efecto
la instancia depositada por los abogados, Víctor Emilio Santana
Florián, Ariel Cuevas ,Néstor de Jesús Laurens, Manolo Sánchez , Juan
Pablo Santana Matos y Yovanny de León, en representación del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), el Colegio Dominicano de
Periodistas (CDP) y la Fundación Enriquillo de Oro, de Barahona y en
contra de Acroarte para que mantenga el nombre de la premiación.
Si bien es cierto que el nombre de
Casandra Damirón, es del pueblo como alegan los que elevaron el recurso
judicial y no propiedad de la familia, tanto los abogados barahoneros y
las seccionales del CDP, SNTP y la Fundación Enriquillo de Oro, parece
que desconocen que legalmente la familia Damirón le asiste el derecho de
hacer lo que quieran con ese nombre hasta que la artista cumpla 50 años
de fallecida y pase al dominio público, esto conforme a la
interpretación de la ley.
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