A los niños hay que manifestarles con
frecuencia que confiamos en ellos y destacar sus éxitos más que sus
fallos.
Es importante que los padres alimenten y refuercen todo lo
posible en sus hijos el sentimiento de confianza en sus propias
capacidades, clave para su desarrollo personal y buena autoestima.
“Puedo, porque pienso que puedo”. Esta conocida
máxima del éxito sintetiza lo que el psicólogo Alfred Adler, padre de
la denominada Psicología Individual llama la voluntad del poder: esa
seguridad interior de poder afrontar con eficacia las dificultades,
contratiempos, desgracias y crisis de la vida.
“El sentimiento de confianza en las propias
capacidades se convierte en la condición indispensable para activar y
potenciar la imprescindible autoestima, motor de la persona y del propio
equilibrio psicofísico y emocional”, señala el psicólogo, escritor y
psicopedagogo Bernabé Tierno.
Este psicólogo, autor de ‘Sabiduría esencial’,
destaca “la importancia de educar al ser humano en el esfuerzo de
propiciar que vaya logrando pequeños éxitos que le lleven a pensar que
es capaz, a contagiarle el entusiasmo, el coraje y la valentía, para
enfrentarse a los problemas y entender que, muchas veces, el logro de
los objetivos necesita persistencia y tenacidad inteligente”.
“En la medida que el individuo va acumulando
pequeños éxitos y aprende a ser más resistente a las frustraciones,
estamos formándole y capacitándole para que se sienta competente”,
señala Tierno en ‘Psicología Práctica’.
¿Cómo podemos desarrollar la necesaria confianza
en las propias capacidades en el niño y en el adolescente y potenciar su
autoestima?.
Para el psicólogo “es primordial que los
profesores, padres y educadores centren la atención más sobre los
logros, pequeños triunfos y esfuerzos, que sobre las limitaciones y
fracasos. Cuando el pequeño diga que no puede lograr algo o que es muy
difícil, hay que convencerlo de que todas las cosas importantes exigen
constancia, esfuerzo y tiempo”.
¡TU ERES CAPAZ DE LOGRARLO!.
Para fomentar la autoconfianza en los niños y
jóvenes, Tierno sugiere a los padres y educadores que les digan con
frecuencia “puedes lograrlo y confío en ti”, exigirles que concluyan las
tareas que han comenzado sin dejarlas a medio terminar, y darles la
oportunidad de elegir lo que deben hacer y los medios para lograrlo,
para que se sientan responsables de sus actos.
Este psicopedagogo también recomienda proporcionar
a los niños trabajos y tareas adaptados a su capacidad y que no les
agoten física y mentalmente, enseñarles a ser previsores y organizados, a
no dejar para mañana lo que pueden hacer hoy, y que aprendan que sus
actos tienen consecuencias.
“Deben aprender que de los que es su propia
responsabilidad sólo pueden y debe ocuparse ellos mismos, y hay que
recordarles que son capaces, están mejorando y esforzándose y apreciamos
mucho su voluntad y esfuerzo”, concluye Tierno, que pronostica que “por
este camino, estando cerca y con el suficiente calor humano, lograremos
la imprescindible autoconfianza infantil”.
Uno de los efectos colaterales de la falta de
confianza en las propias capacidades y la consiguiente baja autoestima
es el denominado acoso escolar o 'bullying' que, según Josep de la
Torre, "coach" educacional, “afecta tanto al acosador como a la víctima y
es una de las razones del fracaso escolar”.
Para este entrenador en el logro de objetivos
académicos “los niños que se dedican a fastidiar a los demás tienen un
gran complejo de inferioridad y están frustrados por ello. Como se
sienten inferiores a los demás, en vez de crecer emocionalmente para
ponerse al nivel de los otros, tiran de los otros hacia abajo para
ponerlos en su mismo nivel".
Según De la Torre "cuando gracias a la ayuda del
trabajo psicológico se consigue que estos niños se sientan bien consigo
mismos y que, poco a poco, superen sus buenos sentimientos, es mucho más
fácil que empiecen a aprobar las asignaturas y a sacar buenas notas".
Para este experto, los niños que son víctimas de
‘bullying’ suelen fracasar académicamente debido al miedo y a la presión
a las que están sometidos por parte de quienes los ven inseguros y
débiles, y "deben trabajar su autoestima con ayuda profesional para que
proyecten seguridad y sepan defenderse de cualquier ataque".
LOS PADRES, UN ESPEJO DE SUS RETOÑOS.
“Los niños siempre quieren decirnos lo bien que
hacen las cosas. Cuando tienen problemas de baja autoestima no suelen
hablar de sí mismos o hablan mal diciendo ‘yo no valgo para esto o todo
me sale mal’, y suelen atribuir el éxito a factores externos y el
fracaso a valores internos”, explica la psicóloga clínica y educativa
Alicia Banderas Sierra.
Según explica la experta, “algunas veces, los
problemas de baja autoestima vienen porque los padres están exigiendo
demasiado al niño y él se está frustrando”.
“La imagen que tienen los padres de sus hijos
–explica esta experta que imparte talleres denominados ‘Escuela de
padres y madres’- es la imagen que luego van a tener los hijos de sí
mismos. Si un padre valora a su hijo, éste se valorará; si no le valida
ninguna cuestión o no lo le da afecto o no le hace sentirse importante,
él no se va a sentir grande ...”.
Según Banderas, tampoco hay que “caer en el exceso
de refuerzo positivo" (darle un estímulo grato o “premio”, para que
aumente la frecuencia con que se comportan de modo adecuado) , porque
“el niño se hace excesivamente dependiente de la aprobación externa, no
construye su propio criterio y está siempre intentando que le validen
los demás.
Según la psicóloga, hay casos de progenitores que,
a veces, no aceptan a sus hijos, que se olvidan de unos hermanos para
proteger más a los que son afines o más parecidos al padre o a la madre,
o rechazan inconscientemente a los pequeños que son más diferentes.
“A los niños hay que quererlos simplemente por el
hecho de ser y, a veces, potenciarles determinadas capacidades
transmitiéndoles ánimo. La clave es encontrar el equilibrio entre los
refuerzos positivos sinceros, al tiempo que se les ponen límites, se les
dice "no" y se les felicita por sus buenas acciones”, aconseja
Banderas.
Autor: Omar R. Goncebat.
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