Mientras el precio de los alimentos básicos se dispara, los pobres del mundo deben lidiar con más hambre.
Los cultivos se han visto gravemente afectados
en 2012 debido a la sequía en Estados Unidos y Rusia. De modo que los
precios han aumentado un 50% desde junio.
De acuerdo a un informe de la
agencia internacional Oxfam sobre el costo de los alimentos, el 40% del
maíz de EE.UU. es utilizado actualmente para producir combustible.
La legislación estadounidense sobre combustibles
renovables indica que, para 2022, unos 15.000 millones de galones de
etanol -hechos con maíz nacional- deberán estar mezclados con la
gasolina disponible en el país.
Pero el presidente de la productora más grande
de alimentos del mundo es sumamente crítico con el aumento de los
cultivos para la producción de biodiesel.
Peter Brabeck-Letmathe, de Nestlé, señaló que
estos cultivos utilizan tierra y agua que podrían aprovecharse para
productos destinados al consumo humano o animal.
Sus comentarios han encendido el debate acerca de la segunda generación de biocombustibles.
Otra preocupación es la tendencia del sistema
agrícola de emplear grandes cantidades de pesticidas e insecticidas, que
se sabe son los responsables de la destrucción del hábitat.
"En Indonesia se han destruido las selvas
tropicales, al igual que en Brasil, en donde también las praderas han
resultado afectadas", asegura el doctor Doug Parr, de la organización
ambientalista Greenpeace.
Parr también sostiene que cualquier reducción de
las emisiones de efecto invernadero, en parte debido a la forma en que
es utilizada la tierra, ya no será tan eficiente como se había predicho.
La conversión de residuos
Sin embargo, Lars Hansen, de Novozymes en
Dinamarca -una empresa que produce enzimas para descomponer los cultivos
utilizados para biocombustibles- cree que actualmente hay grandes
cantidades de biomasa que están siendo usadas.
Hablando de la segunda generación de
biocombustibles, dice: "El camino a seguir debe ser convertir los
residuos de la cosecha en azúcares, que luego puedan ser utilizados para
combustibles".
Cuando habla de residuos, se refiere a la parte de la cosecha que no se come: las hojas, los tallos y las virutas de madera.
Hansen afirma que esa tecnología ya está lista y debe ser implementada para proporcionar una solución a muchos problemas.
"Si se toma solo el 20% de los residuos
agrícolas y forestales disponibles en Europa, que de manera sostenible
podrían tomarse de los campos, sería posible cubrir la mitad de la
demanda de gasolina del continente", afirma.
"La tecnología está lista", reitera, "lo que necesitamos ahora que las políticas de gobierno avancen en la dirección correcta".
Lo que se necesita es que los gobiernos e
instituciones como la Unión Europea le otorguen el subsidio a las nuevas
tecnologías de avanzada que buscan combatir los problemas relacionados
con el carbono.
"Tal medida ayudaría a que el sector del transporte en Europa se volviera sostenible", dice.
"Estamos duplicando la cifra de 750 millones de
vehículos en el mundo en tan solo 10 años, por lo que necesitamos una
alternativa a los combustibles fósiles".
Doug Parr, de Greenpeace, está de acuerdo con
que existen oportunidades con los biocombustibles de segunda generación,
pero insiste en que debe discutirse cómo utilizar más eficientemente la
tierra.
"Me preocupa porque lo que hemos visto con la
primera generación de biocombustibles, es que la fuente suelen ser los
países en desarrollo", dice.
Él no cree que exista capacidad institucional para hacer frente a los grandes intereses comerciales.
"A menudo es mucho más barato llevar a cabo lo
insostenible que lo sostenible, a pesar de que se estén cumpliendo los
objetivos de la política en el largo plazo", lamenta.
Parr cree que la cuestión de la sostenibilidad
debería haber sido resuelta antes de que se introdujeran los mandatos
del gobierno relacionados con el porcentaje de biocombustibles que deben
reemplazar los combustibles fósiles.
"Por el momento, la cola está moviendo al perro", dice.
Las oportunidades de trabajo
"Creo que los biocombustibles, más que un problema, son una oportunidad para la agricultura"
Lars Hansen, Novozymes
En la segunda generación de biocombustibles ya ha habido progreso.
"Ya no es una quimera, esta tecnología ya se está desarrollando", señala Hansen.
"Una fábrica en el norte de Italia está a punto
de abrir sus puertas para convertir los residuos agrícolas. También hay
en China y estamos trabajando con socios en EE.UU. y Brasil", explica.
La tecnología no solo abordará el sector de
transporte, también podrá sustituir a productos como el plástico, que la
industria petroquímica ha puesto en el mercado durante los últimos 150
años.
Otro aspecto positivo de la nueva tecnología es
que podría proporcionar puestos de trabajo e independencia energética en
todo el mundo.
"La industria de los biocombustibles en África
es una excelente oportunidad para crear puestos de trabajo en el sector
agrícola, creando ingresos para los pequeños agricultores africanos",
dice.
Hansen mencionó un proyecto de Novozymes que se
está desarrollando en Mozambique, en donde los agricultores producen
almidón de yuca, que puede ser utilizado como alimento o que puede ser
vendido a fábricas pequeñas para ser transformado en un combustible, que
luego se utiliza en las cocinas o el transporte.
"Estamos creando actividad económica en las
zonas rurales de África para mejorar la independencia energética de los
países, ayudándoles a importar menos combustible".
"Al mismo tiempo que volvemos más verde la
industria del transporte, también lo hacemos con las cocinas de estufa
que causan tremendos problemas de salud", dice.
Y añade: "Creo que los biocombustibles, más que un problema, son una oportunidad para la agricultura".
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