Autor Tiberio Castellanos |
Por supuesto, te habrás dado cuenta que el título de
esta descarga es un verso de una vieja canción que elogiaba el placer de
otro vicio. Pero sí, comer es un placer.
Un doble placer cuando se come
en agradable compañía. Y para mi es también placentero el momento al
final de la comida cuando aprecio que he logrado, y esto siempre con
algun esfuerzo, sólo comer lo necesario, lo justo.
Cuando, embullado con
la compañía, el vino y los sabores, ocurre lo contrario, lo que siento
no es placer si no remordimiento. Sí, un íntimo y amargo remordimento.
Muy semejante diría yo al arrepentimiento por algún pecado. No me
pregunte si grave o venial. Pero recuerde que la gula es, todavía, un
pecado capital.
Pero... el propósito de esta descarga, según lo planeado, era pedir
perdón. O mejor dicho, pedir unos perdones a las muchas personas a
quienes he llamado gordos o mejor dicho gordas, pues casi todas son
mujeres.
Y que deben haberse sentido molestas conmigo, aunque no lo han
manifestado con tanto furor como mi mujer, Ari. Quien se ha quejado con
mi hija Rebeca, a quien he respondido: mi hija,es que no he podido
evitarlo.
Sí, ese era el propósito principal de esta descarga.
Gestionar esa disculpa, por entrometerme en la vida privada de los
gordos. Pero, a pesar de esto, mi condición de veterano del buen vivir
me hace casi obligatorio comunicarles mis últimos "descubrimientos" de
dietética. De los aeróbicos hablaremos otro día.
Bueno, mi gran descubrimiento es la cena ligera, muy ligera. No
sólo como recurso para bajar de peso, si no también para conseguir un
sueño plácido y un más ligero despertar.
Este recurso ya mencionado como positivo desde los tiempos medievales, ha llegado a mi conocimento, o mejor dicho, a mi convencimiento, no hace mucho tiempo. Primero, comencé reduciendo la cantidad
de los alimentos, comparando éstos de la cena con lo comido al
mediodía.
Era, ciertamente un paso de avance. La cena era de menos peso
que el almuerzo. Pero, no era verdaderamente una cena ligera. Ahora, no
se trata de menos cantidad de alimentos, si no de alimentos de más
ligera digestión.
Ahora estoy probando con una cena exclusivamente
vegetariana. Nada de carnes, pescado, huevos ni quesos, alimentos
propios del almuerzo. Ayer he cenado con berro, un poquito de brócoli y
cebolla roja picadida y cruda. Aderezo de sal, vinagre y aceite de
oliva.
Y, como siempre queda en el plato su poquito de aceite. Pues tomo
un pedazo de plátano y lo obligo con el tenedor a limpiar el plato.
Esto último puede todavía hacerse mejor con un pedazo de pan.
Claro, que pueden hacerse numerosas otras combinaciones, para una cena ligera.
Un abrazo.
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