Autor Lincoln López
Injustamente se le ha endosado al actor o actriz la cualidad de esconder la realidad en una actuación, cuando se sabe de antemano que la interpretación es ficción, aunque emocione y hasta transforme.
Pero los actos de los seres humanos generalmente se enmarcan en dos dimensiones: una interna y otra, externa. Una forma y un contenido. Una imagen y una realidad. En política, verbigracia, “hay cosas que se ven y cosas que no se ven; y, a veces, las que no se ven, son más importantes que las que se ven”, como dijo tantas veces el Profesor Juan Bosch.
El pasado domingo 27 de marzo, Día Nacional del Teatro, se realizó en el Palacio de los Deportes en la capital de la República, un acto político en el cual se presentaron y entregaron al Presidente los libros conteniendo las firmas de más de dos millones de dominicanos aptos para ejercer el voto, testificando estar de acuerdo con la reelección del actual Mandatario para el próximo período presidencial 2012-16. Como se sabe el Dr. Leonel Fernández en su discurso, no solamente transfirió los documentos al Partido de la Liberación Dominicana, sino que le entregó una decisión de última instancia, la tomada por una parte importante del pueblo dominicano.
El camino bifurcado desde el punto de vista político, es válido.
Bifurcación puede ser la teoría y la praxis y de ahí un emerja argumento. En este caso la teoría la conectamos con la misma persona y con una secuencia de hechos que van en la misma dirección temática. Uno de ellos de carácter público fue su propio discurso pronunciado 30 días antes, es decir, el 27 de febrero ante la Asamblea Nacional cuando argumentó primeramente de aquel tema, y concluyó citando el artículo 2 del nuevo texto constitucional, diciendo:
“La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, de quien emanan todos los poderes, los cuales ejerce por medio de sus representantes o en forma directa…”
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