Por: José Jordi Veras Rodríguez.
Una de las cualidades más bellas y que más agrada del ser humano es posiblemente la solidaridad, la entrega, la expresión del ser humano en su posición más noble. Hoy nuestro hermano pueblo haitiano está necesitando que continuemos expresando de forma concreta esa actitud.
Nos sentimos orgullosos de ser dominicanos, cuando hemos visto como la gran mayoría de nuestro pueblo ha demostrado una vez más lo solidario que puede llegar a ser y que en otras ocasiones lo ha hecho. La madre naturaleza ha hecho que de una situación de calamidad, de catástrofe y de dolor, el pueblo dominicano haya podido conocer más a fondo de la realidad del pueblo haitiano y ha permitido que no sigamos siendo utilizados por quienes muchas veces han querido crear una barrera entre ambos.
A propósito de la solidaridad y de la mano amiga que hemos brindado y que del hecho de que tiempo no puede hacer que olvidemos o dejemos de lado a quienes van a necesitar una constante ayuda, como lo son, todos aquellos que, hace unos días fueron golpeados de la peor manera. Estamos de acuerdo con lo expresado por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en los días cercanos a la tragedia y en carta dirigida al presidente de la Conferencia del Episcopado de Haití, cuando indicó: “Somos conscientes de que nuestros pueblos, haitiano y dominicano han sido vinculados históricamente, y por esta razón nuestro pueblo siente en lo más íntimo de su corazón los terribles sufrimientos que hoy afligen a la nación con la que compartimos la misma isla”.
Es la oportunidad, quizás, para que veamos hacia Haití y no olvidemos con el paso de los días de que los hermanos y hermanas haitianas existen y hoy viven en condiciones caóticas, no tan distintas a las que ya tenían antes del hecho que trajo mayor miseria, desolación, dolor y tristeza. Ha tenido que hacerse sentir la madre naturaleza con el sismo para que el mundo se vuelva hacia Haití. Nuestro pueblo ha contribuido siempre de una u otra forma con su vecino. Hoy no debe ser distinto. Extendamos nuestra mano como hasta ahora y no olvidemos que somos pueblos hermanos y que la realidad que hoy padecen, la sufrimos nosotros como buenos vecinos. Sigamos transmitiendo la solidaridad que desde un inicio de la catástrofe hemos mostrado, no importa el tiempo que ha transcurrido.
Sigamos hasta el cansancio repitiendo actitudes como la solidaridad, hasta el dolor mantengamos nuestra mano amiga. Veamos en cada rostro, en cada gesto de dolor, de impotencia, de sufrimiento, a uno de nosotros o nuestros seres queridos y amigos para que podamos entender el concepto de la solidaridad
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