Un Momentito con Miguel
Autor Miguel De Jesús
Comunicador y Abogado Dominicano
Hoy quiero
compartir la riqueza de un recuerdo vivido entre mi adolescencia y la adultez.
Samoa Bar, era el nombre del punto de
encuentro obligado con la diversión. Escenario de las orquestas del momento y
de artistas solistas dominicanos y extranjeros.
Al final de los 70
comenzaron mis visitas a ese templo donde se rendía culto al Dios Baco, fue
para ese tiempo que el pelotero profesional Félix Santana trajo desde Estados
Unidos un equipo de sonido (Disco Light)pero al estar pegada la llamada música
disco y su sonido “pum pum” le pusieron
al aparato “el punki punki”.
Aquello fue un
acontecimiento pues hasta ese momento la música era de una vellonera a la que
se entraba una moneda y marcaba el disco que ella automáticamente sonaría. El
sonido, las luces, bueno todo cambio con Estudio 79 discotec, nombre original
del equipo.
Ya no existe el Samoa,
solo en nuestras mentes los recuerdos
del mundo infinito de amor y placer vividos entre esas paredes, el
movimiento de las más cautivadoras caderas, el beso con acompañamiento musical,
el regazo tibio de un cuerpo de mujer sudado.
El Samoa tenía el
embrujo inmortal de hacernos creer que allí estaba la fuente de la eterna juventud,
las horas se detenían cuando el amor se hacía baile y en un mosaico los
enamorados bailaban. Las atenciones desde la cantina de Pastor Mena y Héctor
Madera.
La dirección de
Claudio Santana (Kinin) y un equipo de camareros que nos hacían sentir dueños del mundo cuando
apenas alcanzábamos para el serrucho. Fueron momentos de impactos
significativos en nuestras vidas.
Al salir ya de
madrugada con pasos no tan firmes íbamos a esperar el moro con espaguetis en la
parada y otras veces en el sector de Hatico. También después del baile
coordinábamos serenatas con la brisa perfumada de la paz de esos años y que
ahora nos han robado.
Volver al Samoa
era como envolverse en una luz, vivir el fuego de una pasión, pero sobre todo
sentir la intensidad de una Felicidad compartida. La poesía y nostalgia están
grabadas en cada espacio de un lugar que nunca debió desaparecer.
El Samoa fue
testigo silente de besos, amor, desamor, sobre todo de fiestas de graduación
aprovechadas por muchachas que poco salían de sus casas .Éramos romanticos, los
merengues de los 80s se hacían con letra,
música y armonía, teníamos menos cosas y éramos más felices.
Hoy que abro las
puertas al recuerdo de esos besos de juventud, llegan a mi mente los colores de
la alegría vivida y sentida en el local que actualmente no está, pero en
cualquier parte del mundo cuando nos identificamos como maeños nos preguntan
por el Samoa Bar de Mao. Lugar que hoy solo vive en la belleza de un recuerdo.
Como cambian los tiempos el Samoa tenia su Patio español, Sin embargo que Yo sepa nadie se brincaba la cerca para entrar a la fiesta sin pagar.
ResponderEliminarAhora en un lugar asi hay que poner 100 agentes de seguridad y mucha gente se brica.
COMO HAN CAMBIADO LOS TIEMPOS
NOSTALGIAS, SUEÑOS VIVIDOS, RECUERDOS IMPERECEDEROS DE UN LUGAR QUE FUE COMO UN SELLO DE IDENTIFICACION PARA TODOS LOS MAEÑOS EN CUALQUIER PARTE DEL MUNDO
ResponderEliminarJuan Jose ,Estrella de la radio dominican,gracias por opinar
ResponderEliminarQuilvio,abrazos compadre y hermano querido
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