SANTO DOMINGO: La inflamación es una
respuesta natural y necesaria del organismo para protegernos de lesiones
o enfermedades y combatir patógenos e irritantes; es requerida para la
reparación del cuerpo en el proceso de curación, sin embargo, cuando la
inflamación se mantiene activada de manera continua, se dice que es una
inflamación crónica y causa daño sistémico.
Existen muchas enfermedades del sistema inmune
(defensa del cuerpo), como la Artritis y Lupus, enfermedades
cardiovasculares (Hipertensión Arterial, Arterosclerosis, (Enfermedad de
las Arterias Coronarias), endocrino metabólicas (Síndrome Metabólico,
Diabetes, Obesidad, elevación del colesterol), envejecimiento precoz y
muchos tipos de cánceres que son causados y potenciados por la
inflamación crónica según la escuela de Salud Pública de la Universidad
de Harvard y el Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford.
Estudios realizados por MIT (Massachusetts
Institute of Technology), también coinciden que la inflamación crónica
puede alterar el ADN aumentando el riesgo de cánceres y la replicación
tumoral, mediante la liberación de citoquinas, Proteínas C Reactivas y
sustancias tóxicas que producen daño celular y reacciones en cadena que
perjudican las arterias y favorecen el aumento de la resistencia a la
insulina, predisponiendo a la aparición de enfermedades.
En
circunstancias normales existen mecanismos para reparar el ADN dañado,
pero cuando estos sistemas no funcionan de manera apropiada como
consecuencia de la inflamación crónica, esas células defectuosas se
replican con dichas alteraciones y pueden inducir múltiples patologías
físicas y mentales.
La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, es
el estado de bienestar integral el cual depende de factores genéticos,
psicológicos, ambientales y en gran medida de cómo absorbemos y
utilizamos eficientemente los nutrientes y de cómo reducimos la
inflamación y eliminamos los desechos y toxinas, procurando mantener un
adecuado equilibrio interno (homeostasis).
Estos desechos celulares se
remueven del cuerpo de muchas maneras, entre las que figuran los riñones
(orina), sudor, respiración, etc. Sin embargo existen residuos tóxicos
como los derivados de petróleo, metales pesados y sustancias inorgánicas
que el cuerpo no tiene la capacidad de eliminar por lo que se requieren
de tratamientos médicos para esto.
Desde el punto de vista preventivo
debemos tratar las causas de las enfermedades no solo sus
manifestaciones clínicas, es requerido poner nuestra salud como
prioridad llevando una buena alimentación e hidratación, consumiendo
vitaminas, realizando ejercicio físico y de relajación de manera
rutinaria, promoviendo una adecuada oxigenación celular.
Varios estudios de renombrados centros de salud e
instituciones como Cleveland Clinic, La Asociación Americana de
Cardiología y publicaciones como la Revista Americana de Nutrición
Clínica, entre otros, sugieren de modo general un papel pro-inflamatorio
en algunos alimentos como los carbohidratos refinados, grasas
saturadas, carne roja, alimentos procesados y hábitos tóxicos como el
cigarrillo y el alcohol que son disparadores de inflamación.
Sin embargo incluyen como alimentos
antiinflamatorios el aceite de oliva, granos integrales, omega 3,
vegetales verdes, frutas, entre otros.
En la actualidad estamos llamados
a la nutrición personalizada, existiendo pruebas de intolerancia
alimentaria que nos permiten elaborar planes de alimentación en base a
los alimentos que mi cuerpo tolera mejor, ayudando a reducir la
respuesta de la inflamación crónica y colaborando a fortalecer nuestro
sistema inmunológico y capacidad de auto sanación, mejorando la función
gastrointestinal, estado nutricional, calidad de vida y desempeño
inclusive de atletas de alto rendimiento.
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