Por Fernando Rodríguez Cespedes.
Hay que felicitar, por atinada, la decisión del presidente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ingeniero Miguel Vargas Maldonado de eliminar la candidatura a diputado del señor Julio Romero, envuelto en el escándalo de violación y embarazo de una menor a quien negó la paternidad y manutención de la criatura, teniendo la madre que someterlo a la justicia para que asumiera sus responsabilidades.
Creo que la saludable decisión debe extenderse, como señal de adecentamiento del ejercicio de la política, a las candidaturas de el “Chino” traficante de chinos y a la del vago que sin asistir un solo día al Congreso, tuvo el tupé de cobrar sueldos y demás incentivos por cuatro años y ahora aspira a que lo premien con la sindicatura de Santiago.
Me refiero al diputado por La Vega, Radhamés Ramos García quien pretende repetir en el cargo pese a su pasado delictivo de tráfico de indocumentados , acción por la que fue condenado por la Justicia; y a su tocayo Radhamés Fermín de Santiago, quien cobró cuatro años sin trabajar en la Cámara de Diputados y ahora es candidato a alcalde por el PRD.
Ese tipo de situaciones, que no son exclusivas del PRD, son las que alejan a las personas decentes del quehacer político dejando esta actividad al tigueraje adinerado que a base de dar y “resolver” a los compañeritos de las bases, son capaces de obtener las mayores puntuaciones en las encuestas que haga su partido y hasta en las urnas, como paso con el “Chino’’.
En el caso de Julio Romero, influyeron las protestas contra su inminente repostulación al cargo de diputado realizadas por un grupo de damas presididas por la dirigente feminista Lourdes Contreras y siguiendo este ejemplo, empezaron ya a empoderarse otros grupos sociales para forzar a los partido a presentar en sus boletas congresionales y municipales a sus mejores hombres y mujeres.
SANTO DOMINGO, D.N.
22 de Febrero del 2010
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