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jueves, 13 de noviembre de 2014

Narcotráfico, corrupción y consecuencias



AUTOR FERNANDO RODRĺGUEZ CÉSPEDES

El daño que ocasionan la corrupción administrativa y el narcotráfico al país, son similares por el efecto devastador que provocan  a la sociedad y población en sentido general no solo en el aspecto económico sino también en el aspecto moral.


La corrupción oficial, desvía miles de millones de pesos a los bolsillos de unos cuantos, en detrimento de los  sectores más necesitados del pueblo y de las finanzas públicas, privándola de fondos que pudieran ir a paliar las ancestrales deficiencias del Estado.

El narcotráfico, además de la secuela de destrucción, daños físicos y mentales que ocasiona a la juventud y a la familia, está destruyendo  la sociedad y convirtiéndose en el paradigma a seguir por quienes carecen de oportunidad de ascenso social y material. 

La proliferación de estos males, se debe a la impunidad con que se protegen los delincuentes en base a la política, sobornos, dádivas e intimidación, penetrando y comprometiendo a los mayores estamentos del poder político, social y militar del país.
Hacen favores, donan dinero y hasta resuelven problemas comunitarios comprando lealtades y  buscando aprobación social en un medio donde la persona vale por lo que tiene y puede dar, en detrimento de los valores morales que debieran prevalecer.

El sistema judicial supuesto a combatirlos, es débil, mal pagado y sus miembros, generalmente, designados por razones políticas, y cuando alguien, asqueado de esta vergonzosa situación se atreve a enfrentarla, recibe  amenazas, chantajes e insultos. 

Surgen los cuestionamientos a prácticas, que si bien no son  legales, son parte del diario vivir en la política criolla donde se usan los cargos para promocionarse políticamente y para ilustrar, basta citar, a Temístocles Montás y a Francisco Javier García, altos funcionarios en campaña con fondos del Estado.

Pero ellos no son cuestionados ni por prestantes y rabiosos juristas, defensores de convictos narcotraficantes, ni por los privilegiados miembros del Congreso Nacional quienes viven sirviéndose de los fondos públicos para hacer campaña proselitista.

 Y todo, porque no han osado  cuestionar la fortuna descomunal y meteórica de ninguno de los sospechosos de corrupción administrativa que dirigen el partido en el poder como sucede con el caso del sometimiento por corrupción y lavado del senador Felix Bautista por el procurador general de la República, Francisco Domínguez Brito
  

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