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jueves, 13 de noviembre de 2014

El Desfile de las cuatro de las Cuernos Largos

Autor Tiberio Castellanos
Ayer viajé hacia el sur de la ciudad a un vecindario llamado Stock Yard, donde dicen algunos que allí comienza el Oeste. Y así parece por el estilo de algunas edificaciones, sombreros y hombres a caballo. Estos últimos, más que a vaqueros se me parecieron mas a algunos bandidos de las viejas películas del Oeste. Aunque los caballos no eran briosos corceles y ellos tampoco lucían avezados jinetes.


Pero, para el espectáculo que venía bastaba. A las cuatro de la tarde vinieron las vacas. quince o veinte, con unos cuernos larguísimos. De paso lento y casi bien educado, como muchachas por la pasarela, pasaron frente a nosotros calle abajo, cuidadas por unos jinetes de esos que he mencionado.
 
 Supongo que daban una vuelta por el vecindario y volvían a su establo, pues desde allí, donde estábamos no las volvimos a ver. Salvo a un buey, del mismo grupo, que permanecio en una acera, firme como en un soldado en atencion, con una silla de montar y una jineta cuidándolo y dejando que los curiosos se subieran en él para fotografiarse.
 
Bueno, estas vacas LongHorn, Cuernos Largos, al igual que la Estrella Solitaria de la bandera, es parte importante del orgullo tejano. Y creo que ya aparecen sólo en Texas. 
 
Se dice que estas vacas son descendientes de las traídas aquí por Menéndez de Avilés y otros españoles en los primeros años de los mil quinientos. Eso dicen.
 
            Yo, ciertamente, no sé como eran aquellas vaquitas españolas. Pero me parecieron estas Cuernos Largos muy grandes y gorditas. En alguna de ellas observé unas manchas blancas que me recordaron a las de las Holstein.
 
 No sé, pero ha pasado ya tanto tiempo de Menéndez de Avilés hasta ahora, que muy bien hubiera pasado con estas vacas lo que en Santo Domingo con algunos apellidos franceses llegados desde Haiti. Que asentados en familias dominicanas acomodadas, han blanqueado tanto, que algunos han llegado hasta la rubicundéz. Por supuesto, aquí lo que importa son los cuernos largos. 
 
De todos modos, no parecían ganado de carne. Digo, no parecían ese ganado americano de carne (les debo la raza) que generalmente vemos en las ferias algo obeso. Ni tampoco tenian esas hermosas ubres de las vacas lecheras.
 
 Pero, para ser descendientes de las vaquitas españolas llegadas aquí en aquellos galeones de la Conquista y la Colonización, me parecieron muy grandes y gorditas. Por supuesto, me doy cuenta que viviendo en un establo cerca de donde las vimos desfilar y aunque a diario, a las cuatro, hacen esta caminata, tienen que estar necesariamente gorditas. 
 
Nunca igual a las vacas que pastan en una pradera y ademas de moverse buscando mejores bocados tienen que ir y volver por el agua a un bebedero.
 
A propósito de esto último, vi una tienda de carnes en Grand Rapids, en Lake Dr. por mas señas, que anunciaba carnes "sólo de vacas que pastan en potreros". Asi decía el anuncio en inglés, la traducción es mía.
 
No me pregunten como yo distingo la carne de estas vacas de las sabanas o pampas, al sol y a la lluvia, de la carne de esas otras, bajo techo y encierro (dicen estabuladas), con mucha alimento, y concentrado ademas. Sólo digo que
 
me gustaría pensar que la carne que a mi me sirven no viene de ese ganado obeso.
Un abrazo, desde Fort Woth.

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