POR FERNANDO RODRĺGUEZ CÉSPEDES |
La República Dominicana, país que ha
dado muestras de coraje enfrentándose a potencias mundiales como Francia,
España y Estados Unidos por su libertad y soberanía, no podía adoptar una posición
distinta a la asumida frente a las imprudentes declaraciones del secretario
general de la OEA, Luis Almagro Lemes, en torno al impasse con Haití.
La firme posición del gobierno, a través
de la Cancillería, y la espontánea solidaridad de los distintos sectores de la población,
sin distingo de banderías políticas, constituyeron la mayor demostración de la
unidad del pueblo ante situaciones que puedan poner en cuestionamiento su
derecho a la autodeterminación.
Nuestra actitud ante las expresiones
de Almagro sugiriendo que no debían existir dos países en una misma isla, lo
llevaron a tratar de cambiar su discurso, pero de nada sirvieron sus excusas ante el enorme
movimiento de opinión pública que se originó en el país y en el exterior contra sus
malintencionadas declaraciones.
La firme posición del gobierno obligó
a la comisión de la OEA a ceñirse a la verdad de los hechos y a desestimar las
falsas denuncias de las autoridades haitianas quienes pretendieron tapar sus
deficiencias e irresponsabilidad ante su pueblo, acusando al país de racista y de llevar a cabo una deportación masiva
contra los ilegales del vecino país.
Desenmascarada la farsa haitiana con
el informe de la OEA, la República Dominicana vuelve a crecerse cuando proclama
que no ha pedido ni necesita la mediación del organismo para reiniciar el diálogo
con Haití y reclama, con todo su
derecho, que la vecina nación cambie de actitud para retomar las
conversaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer