Autor Tiberio Catellanos |
Ciertamente, camino mas despacio y con el paso menos seguro. Pero, eso
sí, a Dios gracias, camino todos los días. Y puedo hacer también las
demás tareas de mi diaria rutina. No me puedo quejar. Mi Angel de la
Guarda me llamaría malagradecido.
Pero eso sí, a veces o mejor dicho, con frecuencia, me parece que no
soy de este tiempo de ahora. Es decir este mundo electrónico, digital y
virtual. El tiempo de los teléfonos inteligentes y los mensajes de
texto. No entiendocomo
una joven pueda estar texteando, desde Miami, a alguien en Los Angeles,
mientras ignora quien se ha sentado a su lado en el autobús.
El tiempo
de ahora es el tiempo de la telecomunicacion. Y la poco o nula
comunicación con el próximo o mejor dicho con el prójimo. Yo no puedo
quejarme, bien que disfruto mi televisor "plasma" y mi computadora. Pero
este tiempo, es también un poco para mi, el tiempo de la soledad.
Yo vengo de un mundo donde casi todo se hacía a mano. En mi casa
cocinaban con carbón vegetal y a veces con leña (aquí me han traído un
"microway" que guardo en una gaveta, sin estrenar). El arroz se
descascaraba en un pilón. Y lo mismo se faenaba el café despues de poner
en el patio los granos al sol y tostarlos luego (-No mojen a la materia
que la materia tostó café-) Lo del pilón era su última face. A mano
todo.Sí, a mano de pilón.
Asimismo, en el uso de otros inventos de entonces, el brazo del usuario
debía demostrar su habilidad. Manigueta para llamar por teléfono,
manigueta (cranque) para encender el carro, manigueta para la Victrola.
Nadie se quejaba. Y a mi la manigueta me divertía muchísimo.Y lo mismo
los juguetes de cuerda.
Hemos descubierto recientemente, que todo lo que comíamos entonces en
Pimentel era "organic". Lo hemos descubierto ahora, porque entonces no
lo sabíamos. También estamos descubriendo ahora las diabluras en la
alimentación de los animales cuyas carnes comemos ( ya conoces que
"curiosos" alimentos daban a las vacas hasta que se pusieron locas). Y
las rarezas de algunas frutas y frutos y semillas, manipulados por un
tal Monsanto. Sí, esas naranjas que he tenido que comprar este año no me
parecen muy legales.
Sí, vengo de ese tiempo cuando las horas parecian tener mas minutos. Y,
no sé si por tradición o disimulo se decía de otras cosas que
también importaban mucho, y no sólo el cash, como ahora se dice. Por
ejemplo, la palabra empeñada.
Sin que me queje, porque no puedo quejarme, echo de menos personas y
cosas de ese tiempo que han desaparecido y, lamentablemente, siguen
desapareciendo. A veces, como en aquel viejo tango me pregunto: ¿Donde
están los muchachos de entonces?.
Pero la vida sigue. Y yo, como suele decirse, ¡encantado!. Y
agradeciendo a Dios este hermoso día de hoy... y los que vendrán.
Un abrazo.
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