Autor Tiberio Castellanos |
Ayer viajé hacia el sur de la ciudad a un vecindario llamado
Stock Yard, donde dicen algunos que allí comienza el Oeste. Y así parece
por el estilo de algunas edificaciones, sombreros y hombres a caballo.
Estos últimos, más que a vaqueros se me parecieron mas a algunos
bandidos de las
viejas películas del Oeste. Aunque los caballos no eran briosos
corceles y ellos tampoco lucían avezados jinetes.
Pero, para el espectáculo que venía bastaba. A las cuatro de la tarde
vinieron las vacas. quince o veinte, con unos cuernos larguísimos. De
paso lento y casi bien educado, como muchachas por la pasarela, pasaron
frente a nosotros calle abajo, cuidadas por unos jinetes de esos que he
mencionado.
Supongo que daban una vuelta por el vecindario y volvían
a su establo, pues desde allí, donde estábamos no las volvimos a ver.
Salvo a un buey, del mismo grupo, que permanecio en una acera, firme
como en un soldado en atencion, con una silla de montar y una jineta
cuidándolo y dejando que los curiosos se subieran en él para
fotografiarse.
Bueno, estas vacas LongHorn,
Cuernos Largos, al igual que la Estrella Solitaria de la bandera, es
parte importante del orgullo tejano. Y creo que ya aparecen sólo en
Texas.
Se dice que estas vacas son descendientes
de las traídas aquí por Menéndez de Avilés y otros españoles en los
primeros años de los mil quinientos. Eso dicen.
Yo, ciertamente, no sé como eran aquellas vaquitas españolas. Pero me
parecieron estas Cuernos Largos muy grandes y gorditas. En alguna de
ellas observé unas manchas blancas
que me
recordaron a las de las Holstein.
No sé, pero ha pasado ya tanto tiempo
de Menéndez de Avilés hasta ahora, que muy bien hubiera pasado con
estas vacas lo que en Santo Domingo con algunos apellidos franceses
llegados desde Haiti. Que asentados en familias dominicanas acomodadas,
han blanqueado tanto, que algunos han llegado hasta la rubicundéz. Por
supuesto, aquí lo que importa son los cuernos largos.
De todos modos, no parecían ganado de carne. Digo, no parecían ese
ganado americano de carne (les debo la raza) que generalmente vemos en
las ferias algo obeso. Ni tampoco tenian esas hermosas ubres de las
vacas lecheras.
Pero, para ser descendientes de las vaquitas españolas
llegadas aquí en aquellos galeones de la Conquista y la Colonización, me
parecieron muy grandes y gorditas. Por supuesto, me doy cuenta que
viviendo en un establo cerca de donde las vimos desfilar y aunque a
diario, a
las cuatro, hacen esta
caminata, tienen que estar necesariamente gorditas.
Nunca igual a las
vacas que pastan en una pradera y ademas de moverse buscando mejores
bocados tienen que ir y volver por el agua a un bebedero.
A propósito de esto último, vi una tienda de carnes en Grand
Rapids, en Lake Dr. por mas señas, que anunciaba carnes "sólo de vacas
que pastan en potreros". Asi decía el anuncio en inglés, la traducción
es mía.
No me pregunten como yo distingo la carne de estas
vacas de las sabanas o pampas, al sol y a la lluvia, de la carne de esas
otras, bajo techo y encierro (dicen estabuladas), con mucha alimento, y
concentrado ademas. Sólo digo que
me gustaría pensar que la carne que a mi me sirven no viene de ese ganado obeso.
Un abrazo, desde Fort Woth.
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