Divagaciones y recuerdos en El Día del Amor y la Amistad‏

"El amor,

lo que sonríe, lo que canta,

lo que pone un par de alas en la mente,

y una pátina de luz en cada idea".

Asi comenzaba este poema que escuché hace mucho tiempo, que no recuerdo cómo continuaba ni quién era su autor.

Ni recuerdo qué queria explicar alguien, el otro día, sobre lo que José Martí quiso decir en aquellos versos sencillos:

"Si dicen que del joyero

tome la joya mejor

tomo a un amigo sincero

y pongo a un lado el amor".

Y no entendí la explicación, porque considero que amor y amistad son términos sinónimos. Claro, que existe el amor conyugal. Que es el único amor "erótico", llamémosle así, permitido y consagrado por el cristianismo y "las buenas costumbres". Y existe la amistad, la fraternidad, la solidaridad con el prójimo (... y montó al herido en su propia cabalgadura), que también es amor, el mismo amor, con un poquito de diferente propósito, y quizás pudieramos decir, con un compromiso algo diferente. Por eso, y según me dicen, los griegos diferenciaban uno de otro llamándole a uno eros y al otro ágape.

Y febrero es el mes del amor. Dicen que por aquello del día 14 y San Valentine... y las flores, los chocolates, y para algunos, sólo para algunos, las joyas. Sí, el mes del amor.

Y en días como éste, aunque ya no soy muy romántico, y muy a pesar de eso, siempre recuerdo mi muy breve amor de un sólo día. Y de hace ya mucho tiempo. Y ella era breve, de clara voz, y forastera en el lugar de mi nacimiento. Y... nunca más apareció para mí, en aquel sitio cerca del río donde la conocí. Por eso... y porque su recuerdo ya no es alegre para mí, prefiero hoy recordar a los cardiólogos que yo entrevistaba en febrero mes del corazón, en mi programa de radio, ha mucho tiempo. Y que siempre hablaban, por supuesto, del corazón músculo, y de Los Factores de Riesgo de los que hay que cuidarse. Para que no te mueras joven de un infarto. O lo que es mucho peor, te quedes "muy jodido" por el resto de tus días después de un "stroke".

Un clavel y un abrazo,

Tiberio Castellanos