El autor es comunicador ,escribe desde Philadelphia Estado Unidos de Norteamerica
Uno de los peores males que tiene el ser humano es el de la ingratitud, cuando somos niños somos ayudados y enseñados desde el temprano amanecer de nuestros días por nuestros progenitores a dar los primeros pasos, nuestros padres nos ayudan en el aprendizaje de cosas tan sencillas y necesarias como que debemos lavar nuestros dientes o tener cuidado al cruzar la calle
Uno de los peores males que tiene el ser humano es el de la ingratitud, cuando somos niños somos ayudados y enseñados desde el temprano amanecer de nuestros días por nuestros progenitores a dar los primeros pasos, nuestros padres nos ayudan en el aprendizaje de cosas tan sencillas y necesarias como que debemos lavar nuestros dientes o tener cuidado al cruzar la calle
Muchos gozamos del privilegio de tener padres ejemplares que no legamos de ellos riquezas materiales pero si grandes y saludables ejemplos de dignidad y respeto por los de mas que aunque muchos la rechazan es la mayor de las riquezas
Otros no fueron tan afortunados en sus crianzas, muchos desde pequeños, lo tuvieron aparentemente todo, pero carecieron de buenos concejos y peor aun de ejemplos honorables y dignos de formar verdaderos hombres solidarios con el sufrimiento ajeno
Para muchos los vienes materiales acumulados son los que determinan la inteligencia o el poder del hombre, por eso no descansan de querer acumular bienes muchas veces sin darse cuenta de que la vida es tan corta que no nos alcanza el tiempo para disfrutar de lo que acumulamos y cuando nos vamos a la tumba hasta los gusanos nos menosprecian porque aun después de la muerte lo que sale de nuestros cuerpos es puro veneno
Hay que seguir siendo niños para poder rechazar la malicia que la llamada madurez nos proporciona debemos seguir viendo a nuestros padres como a los dioses que veíamos cuando niños pero procurar dar buenos ejemplos cuando lo seamos para que ayudemos a forjar verdaderas sociedades
Porque aunque parece utópico sí- es posible que haya- hombres desprendidos- que haya hombres capaces de buscar el bienestar de su prójimo como si fuera el suyo
Ahora cuando enviemos a nuestros hijos a la escuela busquemos consejos saludables para ellos, exhalemos a ese Dios que mora en cada uno de nosotros pero que sea el Dios de la sabiduría benigna, de la sabiduría de la inteligencia sana, que sacrosantamente ilumine el sendero del trillo que tenemos que recorrer para llegar a ese mundo que tantas veces se nos ha ofrecido y que si nos lo proponemos antes de lo esperado alcanzaremos sin la necesidad de tronchar al prójimo
Al educar hagamos hincapié en la memoria de cada niño para que la mantenga y puedan desechar la ingratitud porque hay un problema en la memoria de los ingratos que solo recuerdan lo que le proporciona morbo y rechazan lo que a su juicio les denigra
Adelante hombres del futuro, desechemos la avaricia y el vicio luchemos por un mundo sin ingratitud, sin envidia, sin hipocresía practiquemos el altruismo y el amor al prójimo y eliminemos la mediocridad.
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