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viernes, 6 de marzo de 2009

La moral y el mal sabor de boca tienen más en común de lo que pueda imaginar


Redacción Internacional, (EFE).- Un comportamiento considerado injusto o inmoral y la ingesta de una bebida de sabor desagradable causan la misma respuesta física en un individuo: asco y repugnancia. Ese es, al menos, el resultado de una investigación del Affect and Cognition Laboratory de la Universidad de Toronto (Canadá) que aparece hoy publicada en la revista "Science".

Los científicos descubrieron que los humanos mueven los músculos de la cara de la misma manera cuando saborean un alimento desagradable, cuando observan imágenes repugnantes y cuando se sienten injustamente tratados.

"Las personas realmente sienten asco en respuesta a ofensas morales. La repugnancia moral es más que una metáfora", explicó a Efe la investigadora Hanah Chapman.

A pesar de que la moral se considera uno de los hitos de la evolución y el desarrollo del hombre, los investigadores sostienen que sus mecanismos de expresión físicos y emocionales son una herramienta que ya utilizaban los humanos más primitivos como una respuesta básica de supervivencia a estímulos mucho más simples.

Las formas más sencillas de asco surgieron como una emoción que probablemente resultó de gran relevancia para la supervivencia humana.

"Las cosas físicas por las que sentimos repugnancia son venenos o cosas que pueden conllevar enfermedad, como heces, heridas sangrantes y algunos insectos, como cucarachas y gusanos. Cuando sentimos asco queremos evitar esa clase de cosas, lo que nos da una ventaja de supervivencia", dijo Chapman.

Su investigación sostiene que los modelos de virtud no sólo se construyen sobre complejos pensamientos sino también con instintos primitivos cuyo objetivo es evitar "potenciales toxinas".
La respuesta utilizada para rechazar un sabor desagradable se incorporó, con el tiempo, al dominio social.

En algún momento de la evolución "adquirimos la capacidad de sentir asco hacia las transgresiones morales. Esto es, un nuevo grupo de desencadenantes -las ofensas morales- se asoció a una respuesta de supervivencia muy antigua", apunta Chapman.

Así, el sentimiento de asco experimentado tras el trato injusto "no es tan distinto" al originado por la ingesta de un alimento de sabor desagradable.

Chapman explica que la emoción puede ser más importante en la moral de lo que se pensaba.
"Sorprendentemente, nuestro sofisticado sentido de la moral, de lo que está bien y lo que está mal, puede haberse desarrollado a partir de una preferencia innata de lo que sabe bien y mal, de lo que es potencialmente nutritivo frente a lo venenoso", indicó otro investigador, Adam Anderson. EFE

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