POR FERNANDO RODRĺGUEZ CÉSPEDES |
En consecuencia, ni el fiscal adjunto de Mao, Nelson Rodríguez, quien actuó, con marcado prejuicio acusador, ni la entonces fiscal de Santiago, Yeni Berenice Reynoso, a cuyas manos pasó el caso, pudieron someter a la justicia al profesor universitario Manuel Rodríguez Bonilla, esposo de la asesinada Yasmín Valdez de Rodríguez en su hogar, cuando este salió a llevar al colegio al mayor de los niños y a realizar diversas diligencias.
Cuando las autoridades investigaron exhaustivamente al esposo, y lo sometieron a los experticios de lugar llegando a la conclusión de que nada tuvo que ver con el horrendo crimen, cambió la campaña en el sentido de que si no participó físicamente en el mismo, fue su autor intelectual sin mostrar un solo motivo o beneficio que pudieran haberlo inducido al hecho.
Y digo encubridores, porque quienes se han prestado, desde el principio del crimen, a acusar insistentemente a Rodríguez Bonilla, han mirado para otro lado cuando han aparecido evidencias comprometedoras contra personas como José Rubén Matías Infante y Marcos Andrés Almánzar (alias Jonathan) del barrio San Antonio, son perseguidos por las autoridades en base a la orden 572 del 7 de septiembre del año
antepasado para ser investigados por las autoridades a cargo de las investigaciones.
De estos individuos, el primero frecuentaba la casa vecina a donde fue cometido el crimen, y el segundo, había salido de la cárcel días antes de la tragedia, luego de cumplir sentencia por robo cometido en una vivienda ubicada al frente de donde vivía Yasmín. Este fue visto en los alrededores por el fiscal Nelson Rodríguez quien le advirtió que se mantuviera localizable para posible interrogatorio, y hasta la fecha, anda huyendo.
hola paso visitando su blog, reciban muchas bendiciones desde El Salvador, Centroamérica.
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