Por: José Jordi Veras Rodríguez.
En diversas oportunidades hemos tratado el tema de la educación y hemos dicho hasta el hartazgo y convencido de ello, nuestro país comenzará a salir de la pobreza; y, real y efectivamente, se encaminará hacia el verdadero desarrollo, cuando coloquemos ese concepto y este tópico en primer lugar; como medio e instrumento fundamental para ir reduciendo los márgenes de la pobreza y la gran brecha que existe entre ricos y pobres en nuestro país.
En el caso de Brasil, se pudo combinar la inversión en la educación, el empleo y la vivienda, hoy es una de las naciones que ha logrado reducir considerablemente la pobreza, sin demagogia alguna.
Lo mismo ha podido lograr Chile. Hace poco Bolivia, en apenas dos años, por anuncio de su Presidente Evo Morales, indicó que ese país había dejado atrás el analfabetismo. El caso de Uruguay, es otra de las economías latinoamericanas que ha logrado grandes avances a base de la educación y desarrollando la vivienda.
A propósito del tema, el Presidente Fernández se refirió al mismo en los siguientes términos: “A pesar de que todavía se observan deficiencias y precariedades, tampoco, se cuestiona la considerable mejoría que se observa en la infraestructura del sistema escolar, tanto en las edificaciones, en el mobiliario, en las áreas de recreo, en los laboratorios, en el entorno y hasta en la propia estética de muchos de los planteles”.
“Sin embargo, todavía un hecho resulta inocultable; y es que el sistema educativo de la República Dominicana aún carece del nivel de inversión necesario y de la calidad requerida, conforme a los criterios y estándares de carácter internacional”. Asimismo, finaliza diciendo respecto al tópico: “… aspiramos, simplemente, a que la nueva generación estudiantil aprenda a razonar, a pensar y a poder expresarse, en forma escrita y oral, con pleno dominio de la lengua, con claridad y con destreza”.
En su alocución del 27 de febrero pasado, el Presidente nuevamente trata el tema de la educación desde un punto de vista formal, estético. Le pasa la mano y lo hace con guantes de seda ante la real problemática que aún supone el mismo. La educación en nuestro país, requiere de una inversión con la importancia parecida o mayor a la que se le pone al Metro o a la segunda línea.
Los dominicanos y dominicanas debemos propender, aspirar, soñar y luego exigir, que el actual mandatario que se la precia de su gran conocimiento y lo posee, de su gran conceptualización y la tiene; pueda crear las condiciones para que otros muchos de sus conciudadanos tenga la misma oportunidad que él tuvo en playas extranjeras.
Es indignante palpar, como reconoce y expone sin desparpajo ni darle el más mínimo rigor de vergüenza, que la educación dominicana, “…aún carece del nivel de inversión necesario y de la calidad requerida…”. Sin embargo, debemos recordarle al primer mandatario que él es quien dirige los destinos de este país y no otro en los actuales momentos.
Es quien debe estar consciente de que nuestro país, de los países latinoamericanos, es el que menos inversión se realiza y el que menos logros ha alcanzado en la relación a lo invertido con el resultado esperado.
El Presidente Fernández es el más consciente, por la información y el poder que maneja, sobre la situación de la educación de nuestro país y lo que debe hacer, sin embargo, se queda en lo “perfumado”, y no entra en el fondo de la “fiera”, no se comporta como estadista, sino como un mandatario más. Haga la inversión necesaria, Presidente y tendremos eso que en teoría usted planteó ante la Asamblea Nacional: “…aspiramos, simplemente, a que la nueva generación estudiantil aprenda a razonar, a pensar y a poder expresarse, en forma escrita y oral, con pleno dominio de la lengua, con claridad y con destreza”. No se quede en palabras, Presidente.
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