POR FERNANDO RODRĺGUEZ
CÉSPEDES
|
La tragedia en que perdió la vida, el alcalde Juan de los
Santos, su escolta Archie de la Cruz y
el homicida-suicida Luis Esmerlin Féliz,
es un hecho que debe llevarnos a una seria reflexión sobre
los momentos que vive la sociedad y el aporte que puede hacer cada uno de
nosotros para que esta cambie.
Las circunstancias que llevaron al homicida, víctima de un
cobro compulsivo, a cometer un acto de desesperación, abundan en nuestro medio
y son muchas las situaciones que a diario se dan y que involucran cobros excesivos de intereses por mora
que no trascienden por el bajo perfil de
los afectados..
El grado de desesperación del victimario hay que entenderlo,
no justificarlo, con el hecho de que atentó contra su vida luego de ultimar a
Juan de los Santos y su guardaespaldas cuando acudió fallidamente al primero en
busca de que desactivara una acción de embargo inmobiliario que se ejecutaba en
su contra
Las autoridades tendrán que escuchar a la señora Surelly
Bonilla Reyes, hoy viuda Feliz, al hermano del fenecido alcalde, Richard de los
Santos, autor del cobro compulsivo, y a los abogados actuantes en el impasse,
para tener una idea más precisa de lo que pasó y para que la realidad de los
hechos sea conocida.
Finalmente, exhorto a mis amigos lectores, a evitar
comprometerse con deudas que excedan a sus posibilidades reales de pago, y a
los señores prestamistas, banqueros o usureros, a no acorralar a sus víctimas
porque pueden ocasionar tragedias en las que resulten víctimas inocentes como
es el caso que hoy todos lamentamos.
Tres muertos, tres viudas y doce huérfanos es un balance
demasiado trágico para la causa que los
provocaron, pues un problema de deuda por grande que sea, no justifica la provocación de situaciones que
puedan llevar a la desesperación a ninguna persona, sobre todo si entre los
involucrados existen vínculos que facilitan la comunicación y el entendimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinion nos ayuda a crecer