Mi amigo Roberto
Reyes (el bacano) me llamó para darme la
noticia de la muerte de Ángel Ramón Villalona (cabito), de inmediato me pongo
en comunicación con Fernando Villalona,
su hermano Bolívar y Alberto Lara su seguridad personal.
Lara me dice, no sé
cómo, pero Villalona tiene que subir a tarima, cuando hablo con Fernando la
primera vez está llorando y apenas
entendía lo que me decía luego me dirigí a la funeraria Blandino de Santiago donde
preparaban el cuerpo de su padre.
Me comunico con su
hermano Bolívar para informar como estaba todo en Santiago y confirmar el
protocolo a seguir ante la presencia inevitable de la prensa y personas ligadas
a diferentes ámbitos de la vida dominicana.
Dos fiestas, una
en Santo Domingo y otra en Puerto Plata, de esta ultima me llamó y entre
sollozos me decía ,”hermano Miguel, que
duro es cantar y bailar teniendo mi padre en el cuarto frio de una funeraria”.
Yo no supe que decir,
él, rompió el silencio para decir, “quiero
que estés conmigo”, luego dijo”Dios
me está dando la fuerza para no caer”. Al terminar la llamada solo pude
llorar y multiplicar la admiración que siento por este hombre único e
irrepetible.
Cabito a quien conocí
y traté fue un padre de Corazón blando
para sus hijos aun cuando quería mostrar que era el hombre fuerte frente a ellos,
con actitud firme y responsabilidad de hombre de palabra se sacrificó por
ellos.
Supo crear fantasías
entre las precariedades de la época y así fundar un mundo de felicidad para sus vástagos, les enseñó el camino del
esfuerzo y trabajo, Cabito sintetiza el más vivo ejemplo de entrega sin
reservas para su familia.
Anoche después de
una misa Angelito Villalona, aparte de cantar ofreció un mensaje hermoso, donde
nos habló de lo bueno que fue su padre y la necesidad de expresar a diario el
amor a nuestros seres queridos.
Por haber tocado
dos fiestas a sabiendas de que su padre había muerto y las ramas de ese árbol no
le darían más sombras y por haberme expresado al momento de abrazarme en la funeraria
pegado a mi oído estas palabras, “ha
muerto la mitad de mi vida”, es por esas razones que concluyo asegurando que Fernando Villalona, ayudado por Dios pasó su prueba más difícil.
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