Claudio Francisco |
POR FERNANDO RODRĺGUEZ CÉSPEDES |
Solo si la muerte de su hijo
Claudio Francisco origina un movimiento de opinión pública que contribuya a que
cambie el estado de impunidad e injusticias que padece la sociedad, podría la
familia Caamaño Vélez, tranquilizarse ante el asesinato de su vástago.
Hace tres años que este
valioso joven fue asesinado, por la espalda, ante más de 200 personas en un centro de diversión de Pizarrete,
provincia Peravia, por Julio Aquiles Martínez, y un grupo que se sentía tan
protegido que no respetó la multitud presente.
Un acaudalado sargento de
horca y cuchillo, hermano del victimario, logró atemorizar a los presentes, incluso
a los familiares de los heridos, al
punto que nadie, salvo el ex guerrillero Claudio Caamaño Grullón, se atrevió a
querellarse contra el homicida quien, aunque preso, goza de grandes privilegios en la
cárcel.
Han pasado tres años y el juicio se ha
reenviado en 42 ocasiones en base a trapisondas para dar tiempo a la neutralización o eliminación de los cuatro
testigos iniciales con persecución,
amenazas y hasta atentados criminales como es el caso de Abraham Martínez.
Este es el único testigo que
se ha mantenido firme por lo que fue agredido a balazos por "desconocidos"
y gracias a que sus acompañantes repelieron la agresión pudo salvar la vida.
Sin embargo, el Ministerio Publico dictó orden de conducencia en su contra por
lo que tuvo que esconderse por temor a que lo metan preso y lo asesinen en la
cárcel.
Así, sin testigos, en la última
audiencia, el juez Constantino Beltré pretendió, sospechosamente, llegar a juicio de
fondo a lo que se opuso la parte acusadora, dando pie a la vigilia y protesta,
contra la impunidad e injusticia que hizo la familia Caamaño Vélez y un grupo
de amigos, frente a la Suprema Corte de Justicia.
Escuchando los detalles de
este accidentado y manipulado proceso y el poder de que goza el sargento,
hermano del homicida, las burlas y amenazas que estoicamente han tenido que
soportar Claudio Caamaño y su familia de los parientes del victimario, uno se
pregunta:¿hasta dónde van a conducir a este pueblo?.
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